Redacción Sofia Daniela Chávez Arteaga ANCOP
Entre nuestros propósitos de cada año, siempre tenemos cosas en nuestra lista como ser más saludables, aprender un idioma, hacer más ejercicio, pero ¿alguna vez te has propuesto una mayor educación ambiental? ¿hacer algo por el planeta? ¿No? No te preocupes, nunca es tarde para aprender.
La educación ambiental, no consiste precisamente en cambiar al mundo, es el objetivo, sí, pero en un planeta con 8 mil millones de personas, se creería imposible que una sola persona lo logre, es por eso, que la educación ambiental puede comenzar desde tu núcleo, casa, familia, vecinos, localidad, delegación y hasta en tu cuidad.
En Suecia, en 1972 se comenzó por tener un interés en crear consciencia en las personas para el cuidado y preservación del medio ambiente, sin embargo, fue un par de años después cuando más de 50 países se sumaron a la iniciativa, esto también como las consecuencias de la contaminación y problemas climáticos que ya se comenzaban a ver en el planeta.
Esta, fue una de las razones por las cuales el 26 de enero, se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental, ya que no sólo nos sirve para hacer consciencia sobre esta problemática mundial, que no sólo son temas de basura o contaminación, sino que también el buscar acciones que reduzcan la contaminación desde nuestro entorno, y contagiar a las personas de nuestro alrededor a también tomar acciones y medidas que ayuden a reducir los problemas de contaminación.
Ser sensibles a esta situación nos ayuda a crecer como sociedad y a tener una cultura de cuidado ambiental que se va volviendo parte de nuestro diario vivir, pequeñas acciones que se vuelven costumbres, costumbres que son tradiciones y pasan a través de las generaciones y los grupos de personas.
La educación ambiental debe ser parte de cualquier persona, sin importar la edad, pues, aunque los resultados no sean inmediatos, son acciones que a largo plazo traerán mayores y mejores beneficios.