Por Ricardo Burgos Orozco
Apenas iniciaba el segundo semestre de periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM cuando un día de 1976, en un aventón, Claudio Guzmán, entonces reportero estrella de la fuente de Presidencia, me preguntó si me gustaría colaborar en Notimex. En aquel entonces eran jefes de Información y Redacción Rafael Lizardi “El Coyote” y Humberto Delgado -- dos queridas personas ya fallecidas --. No lo pensé dos veces y fui.
Llegué al edificio en aquel entonces en Insurgentes Sur 1700; les dije que estudiaba en la universidad, pero ahí quería realmente aprender. Me preguntaron si estaba dispuesto a trabajar con mucha intensidad y sin descanso, les contesté que sí, me contrataron y ahí empecé a conocer el oficio.
Tuve como compañeros a profesionales muy capaces, y de todos aprendí, desde el entonces director de Notimex, Horacio Estavillo, Anibal Silva, Alejandro Ramos, Manuel Meneses, Yazmin Ross, Roberto Femat, Servando González, Leonardo Valadez, Edgar González, Luis Alberto Rodríguez, Raúl Orozco, Ángel Víveros, Jorge Larrauri y muchos otros más que se escapan de mi memoria y, por supuesto, mi inolvidable jefe de la sección deportiva, Salvador “El Papi” González Ruz.
En ese tiempo no había sindicato, a lo mejor para bien desde mi punto de vista. Terminó el sexenio de Luis Echeverría en 1976 y yo un chamaco de 21 años en aquel entonces, no entendía porque debía renunciar Horacio Estavillo a la Agencia siendo tan talentoso y capaz. En fin, llegó en su lugar Pedro Ferriz Santacruz, un buen hombre, pero dedicado a su hobby que eran los OVNIS; recuerdo que el escritorio de su oficina estaba cubierto de documentos no de asuntos de Notimex, sino de su pasatiempo. A lo mejor ya desde entonces la Agencia tenía pérdidas.
Durante los cuatro años que trabajé en Notimex era uno de los medios más fuertes y consolidados, escribían excelentes profesionales todos los días de diversos temas -- incluso críticas al gobierno --teníamos como clientes a Televisa, a TV Azteca (yo hice reportajes y notas para ambos) y a una centena de periódicos de toda la república.
Notimex está hoy a punto de desaparecer. No puedo entender quién o quiénes son los responsables de su inminente extinción, pero no estoy de acuerdo con lo que dice el presidente López Obrador que “no se requiere para informar porque ya están las mañaneras”.
Una declaración poco afortunada si quería justificar la desaparición de la Agencia. Al contrario, me parece, la presencia y el trabajo de la Agencia podrían ser muy útiles como complemento de su estrategia política para fortalecer su presencia como jefe del Ejecutivo y la consolidación de Morena como partido hegemónico nacional.
Sanjuana Martínez podrá ser una excelente periodista, pero resultó una pésima administradora como directora de Notimex porque debió defender la permanencia de su empresa y a sus trabajadores, primero que nada. Que hubo y hay corrupción, eso no lo sé, no se ha comprobado, pero Sanjuana tenía la obligación de investigar desde dentro y limpiar la casa si era necesario, enfrentándose a fondo para resolver no sólo acusar. A lo mejor el presidente se lo hubiera agradecido más.
Ser director de un medio no solamente es jerarquizar la información diaria y dar órdenes a los reporteros, hay que saber administrar al personal desde los directivos hasta los empleados de intendencia, incluido sindicato y agremiados, cuidar la salud financiera de la empresa, tener un control estricto de pasivos y activos y denunciar irregularidades ante las instancias correspondientes, no en declaraciones. A Sanjuana Martínez le faltó experiencia para ello.
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