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Mascar chicle orgánico ayuda a conservar la Selva Maya

Abraham Eduardo Sierra Priego



Cuando conoció la goma del chicozapote (Manilkara zapota), Thomas Adams no pensó en una golosina para entretener la dentadura, sino en un sustituto para el caucho extraído del Hevea brasiliensis, con el cual poder fabricar llantas o botas.


Pero el látex del chicozapote, que crece en el sureste de México, no tiene la resistencia y elasticidad que su pariente sudamericano, así que el inventor y empresario estadounidense se vio obligado a buscar otras alternativas.


La visión de Adams se amplió en Nueva York, cuando conoció al entonces exiliado expresidente de México, Antonio López de Santa Anna. El caudillo era fiel a la costumbre practicada tanto por mexicas como mayas, según registros históricos que incluso le atribuyen al náhuatl el origen de la palabra: tzictli de mascar goma de chicle para calmar los nervios o por sus efectos para tener una dentadura sana.


Adams decidió explorar la idea de comercializar la goma de mascar, ajustando la consistencia y agregando sabores.

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