Redacción Daniel Lee
Si bien el gasto de género está reconocido y es aplicado a partir de 2011 para combatir la discriminación, su ejercicio presenta dificultades relacionadas con el tipo de programas que apoya, la duración de estos y su cancelación por restricciones presupuestarias, consideró la académica del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, Violeta Rodríguez del Villar.
En la conferencia “Desigualdades: presupuesto de género y mercado laboral femenino”, el director de esa entidad académica, Armando Sánchez Vargas, enfatizó que la Universidad está comprometida con lograr la igualdad de género.
Con actividades como ésta, dijo, se busca mostrar la importancia de incluir a niñas y mujeres en el uso, desarrollo e investigación en diversas disciplinas tecnológicas de las ciencias digitales que, por sus características adecuadamente implementadas, tienen el potencial de empoderar y reducir las brechas económicas en la población.
En su exposición, Rodríguez del Villar -especialista en microeconomía y finanzas públicas- detalló: del gasto ejercido de 2011 a 2021 prácticamente la mitad se destinó a programas de corto plazo; es decir, se implementaron y al término de cuatro años se cancelaron.
De acuerdo con la universitaria, benefician a la población, principalmente a mujeres con bajos ingresos o con situación económica y familiar vulnerables, pero cuando se eliminan quedan desprotegidas sin superar la problemática de largo plazo y estructurales que buscaban atender.
Consideró que se debe reforzar el gasto de género y el correspondiente a derechos humanos, a fin de incrementar la capacidad de negociación y decisión de las mujeres y poblaciones vulnerables para acceder a mejores condiciones laborales.
A su vez, Patricia Rodríguez López, también investigadora del IIEc, destacó que en México 32.4 millones de personas trabajan en la informalidad; de ellas, 18.4 millones son mujeres y 14 millones hombres; es decir, carecen de seguro social, acceso a créditos o contratos.
Ante estudiantes y académicos reunidos en el Auditorio Mtro. Ricardo Torres Gaitán, la experta en Economía feminista y Mercado laboral manifestó que en la matrícula de educación primaria la proporción es de 50 a 50 por ciento, respectivamente, en tanto que en el nivel superior ellas incrementan su participación.
Sin embargo, al revisar la participación neta en el producto interno bruto per cápita, la de ellos tiene una tendencia negativa, mientras que en las mujeres va al alza, pues cada vez ingresan más al mercado laboral, por lo que es necesario apoyarlas para que estén en la formalidad.
Recordó que, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI de 2021, cuando se percibe un salario mínimo es igual para todos, pero al ganar más de cinco la proporción es de 72.4 por ciento en el caso de los hombres y sólo 27.6 mujeres.
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