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Rayuela cumple 60 años

Redactora: Lourdes Torres Camargo

A punto de pasar a su quinta década de vida, el escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984), emblema del llamado Boom Latinoamericano, escribía desde París el que sería uno de sus proyectos literarios más ambiciosos, su novela Rayuela.


Lo hacía, como él mismo lo cuenta -según rescató el ensayista español Andrés Amorós-, “en un estado (...) casi de alucinación”, bajo el influjo de la “posesión, esa cosa tan maravillosa que tiene la literatura”.


Tiempo después, el 28 de junio de 1963, Rayuela sería publicada en Buenos Aires, bajo el sello de la mítica editorial Sudamericana. Con ella, no sólo se había publicado un libro más en la excelente carrera del argentino, sino una obra hoy considerada canoníca de la literatura de América Latina.


A 60 años de aquella publicación, el ensayista y narrador Gonzalo Celorio, uno de sus más obsesivos lectores, afirma en entrevista con El Sol de México:


“Creo que hay obras importantes para la literatura y las que son importantes para la historia de la literatura, que van a quedar y formar parte del canon literario. A mí parecer Rayuela está en esta segunda categoría, es importante por lo que aportó, pero también por lo que rompió. ¿Qué fue lo que aportó?, principalmente un sentido de experimentación proveniente de las literaturas de vanguardia, donde lo importante es innovar”.


“Por otra parte, Cortázar introdujo otros elementos que no estaban en la tradición literaria hispanoamericana, como el sentido del humor, nuestras novelas no sabían reír y Rayuela tiene un gran sentido del humor; también introdujo el sentido de la ternura, que era muy excepcional en algunos libros de poesía, así como la legitimidad de la expresión oral latinoamericana que no necesariamente se subordinaba a las normas del español peninsular” , comenta el ensayista, que actualmente imparte el curso Juego, fantasía y transgresión, en los cursos virtuales y públicos de la Fundación Para las Letras Mexicanas.


Antes de comenzar la historia, Cortázar planteó un “Tablero de dirección” en cuyas instrucciones dice: “este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir...”. Propone así, que el lector escoja leer el libro de manera “clásica” o en una ruta que se propone, cuyos capítulos saltan por todo el libro, entrando en el juego de la Rayuela, que en México es equivalente al del Avioncito.


Sobre este interés en invitar al lector al juego, Celorio explica que también es una de las grandes propuestas de Cortázar, en la que “la novela no es un organismo cerrado, donde la autoridad del autor tiene la última palabra, sino que hace que el lector colabore y sea una especie de coautor de la misma obra”.

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