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Pausa… respira… ya está pasando.

Por Deborah Buiza

En la rápida carrera de la vida, a veces uno necesita hacer una pausa para respirar, tomar aliento, fuerzas, energía, ajustar lo que sea necesario, sonreír y seguir adelante.


En la vertiginosa carrera de la vida, a veces, uno no se toma las pausas necesarias de “recuperación” y de alguna manera la vida te saca de la pista y te “obliga” a tomarte esa pausa, si o si y a pesar de ti.


¿Qué tan preparados estamos para tomar esas pausas “voluntariamente a fuerzas”?


Hace unos días di un “mal paso”, que dio origen a un esguince de segundo grado en el tobillo izquierdo, nada de gravedad pero si de cuidado, de cuidado porque ya se sabe que estas cosas de no atenderse con oportunidad y esmero salen con el tiempo peores, y la verdad, es que uno no está para que las cosas se agraven y aparezcan cuando menos oportuno sea (porque así “casualmente” suele suceder). Este tipo situaciones implica cuidado, cuidado que significa reposo, algo que nuestro mundo no entiende, porque vivimos en el mundo del “hacer”, de la “actividad” constante, del movimiento sin fin.


Ponerse en reposo, en pausa, no es nada sencillo, sobretodo porque el mundo sigue girando y demandando cosas, porque de alguna manera te “empujan” a que todo siga marchando sin importar lo que necesitas pero… si tú necesitas detenerte, habrá que hacerlo.

En estos días estuve reflexionando sobre varios temas que quiero compartirte pero tal vez sea más adelante, por lo pronto me gustaría ponerte sobre la mesa algunos puntos que creo que son valiosos de considerar ante este tipo de situaciones:


  • Tomar con calma la situación. Sé que esto puede leerse absurdo sobre todo cuando uno está en medio de la emergencia, de la crisis o tienes poco para resolver, y las emociones están apareciendo una tras otra y tus pensamientos pueden ir a mil por hora poniéndote en frente no sólo lo que hay que resolver sino mil escenarios sobre los efectos y consecuencias de lo que está pasando. Es bastante complicado, pero es necesario respirar y de alguna manera situarse en el “aquí y ahora” de lo que requiere la situación e irse de a poco resolviendo cada situación que se presente.


  • A pesar de la situación evaluar si hay mejores opciones. Puede suceder que en la necesidad de resolver la situación lo más rápido posible no tengamos mucho tiempo para evaluar opciones y tomemos la que en ese momento parece “mejor”. Detente un segundo, respira y pregúntate si habrá otras opciones, sólo pregúntate, es probable que si existan y te encuentres algo mejor, pero en la vulnerabilidad del momento podemos no verlas de primer momento.


  • Saber a dónde y con quién acudir. Es deseable contar con la información a la mano de especialistas y servicios de emergencia que puedan prestarte ayuda u orientación, saber a quién recurrir que pueda acompañarte, brindarte apoyo u orientarte. No se está totalmente solo pero se necesita tener a la mano cómo y a quién pedir ayuda, porque una cosa es la independencia y autonomía, y otra no saber cómo levantar la mano cuando se necesita.


  • Dejarse sentir y experimentar lo que pueda surgir. Esto parece contradecirse con el primer punto, sin embargo, ya pasado el momento crítico si necesitamos dar el espacio a las emociones que vayan apareciendo, y no salir corriendo en el segundo uno a querer “superarlo” o “hacer como si nada pasara” o “ser muy fuerte” o “taparlo” con una especie de positivismo tóxico al modo de “aquí no pasó nada y vamos a lo que sigue como si nada estuviera pasando”, sino en el “si pasó, pero ya pasó, estamos haciendo lo posible porque pase de la mejor manera, respira, ya está pasando”.


  • Buscar a tu red de apoyo, esa que sabe como acompañarte, cómo cuidarte. Que sea el momento para rodearte de la gente que te ama, te valora y pueda sostenerte en esos momentos, que comprende que no es “hacerse chiquito”, exagerar o co-dependencia, sino que necesitas un poco más de cuidado en estos momentos y que su cuidado te hace más fuerte, necesitas a los que saben cómo sostenerte, como cuidar de ti y también… ¡déjate cuidar!



  • Si es posible, ya que todo vaya acomodándose y las aguas estén un poco más tranquilas puedes aprovechar el espacio para reflexionar, valorar, re calcular la ruta que hasta el momento estabas llevando, para re plantear la manera en que te estás cuidado o puedes mejorar tu cuidado o… simplemente no hacer nada, descansar, reposar y dejar que tu cuerpo y tu mente se re establezca.

No puede uno guardarse en una burbuja esperando que no le pase a uno nada, la vida está para vivirla, experimentarla, disfrutarla y parte de eso implica correr riesgos, y a veces… tomar pausas, a veces de formas inesperadas. También implica cuidado cuando es necesario. Y tú, ¿podrías tomarte una pausa?

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