Valeria es una adoptante de mascotas y fiel creyente de que todo tipo de animal al que puedas dar una vida de calidad es una oportunidad de cambiar el mundo.
Valeria adoptó a “Pulga”, su perro, hace seis meses, cuando la familia que lo tenía ya no podía tenerlo por circunstancias de mudanza, ya que no lo aceptaron en el nuevo hogar, por lo que la ex dueña de “Pulga” buscó un hogar para él y Valeria no dudó en adoptarlo, aún con el miedo de saber que tener una mascota es una responsabilidad muy grande.
Al no tener un empleo fijo, ya que lo perdió por la pandemia, Valeria decidió trabajar por sus propios medios. Se llevó a “Pulga”, le hizo una cama con cajas de madera y un colchón con trozos de tela; con sus únicos 200 pesos en el bolsillo le compró un costal pequeño de croquetas y unos platos de plástico para su comida y agua.
Al principio fue difícil, expresó. Buscó campañas gratuitas de vacunación para poder llevar a “Pulga”, el cual fue revisado en el Estado de México, vacunado y desparasitado.
“Pulga” es un perro que sufrió al principio. El veterinario dijo que es difícil cuando una mascota deja de ver a su dueña, ya que piensan que la abandonó; su adaptación lleva tiempo e incluso es posible que enferme. Es como una depresión, por lo que debía tenerlo todo el tiempo en constante actividad.
“Pulga” no ha sido la única adopción en la vida de Valeria. Ha tenido tres o cuatro mascotas más, entre conejos, gatos y perros. Siempre le ha gustado adoptar, ya que considera que es una manera de dejar de comprar o de mantener “criaderos” y venta de perros en lugares sin certificación.
Adoptar es una manera de dar calidad de vida, el tiempo que el destino decida, ya que muchos animales que adoptamos vienen enfermos y corremos con todos los gastos. Muchas veces las mismas fundaciones no te dicen que están enfermos ni que su calidad de vida es mala.
“En una ocasión adopté un perro pequeño. Cuando me lo dieron dijeron que era un perro sano, sin problemas, pero noté que lloraba mucho cuando lo cargaba… La persona que me acompañó sugirió llevarlo a un veterinario, ¡y qué bueno que lo hicimos: tenia una costilla fracturada, que perforó su intestino y ya tenía tiempo!”.
El médico dijo que no había mucho por hacer y que lo mejor era dormirlo, porque su calidad de vida no mejoraría y que cualquier alimento podría causarle alguna infección, así que decidí “dormirlo”. Es una fue forma de despedir a alguien que querías ayudar y que termina por darte una lección.
Por eso, Valeria invita a la gente a que si puede adoptar, lo haga. Es una experiencia increíble y tener un compañero de vida es lo mejor que te puede pasar.
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