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Nacidas para ser libres



En la desembocadura del lago Ontario se origina el río San Lorenzo —en las inmediaciones de la ciudad canadiense de Kingston— en donde la industria ha derramado peligrosos químicos que se han propagado a la ballena Beluga, única especie de cetáceos de agua dulce en el mundo; lo que suscitó que a finales de la década de los ochenta, se le considerara «animal dañino» al grado que la legislación canadiense ordenó deshacerse de los cuerpos muertos —de una de las más bellas criaturas— como desechos tóxicos.


Además de lo que en su momento decidió el gobierno canadiense, las Belugas sufren catástrofes naturales y derrames petroleros; efectos acumulativos de múltiples factores estresantes, asimismo, los agentes patógenos, como proliferaciones de algas nocivas, pérdida del hábitat, reducción en la cantidad de presas, el calentamiento de las aguas a causa del cambio climático y la cacería no autorizada. Esta ballena en particular tiene dos depredadores aparte de los humanos, los osos polares y las orcas.


En febrero de 2017 y gracias a una boya con sensores conectados a internet, una fuga de gas natural fue detectada en el océano Ártico cerca de Nikiski (Península de Kenai en el estado de Alaska) encendiendo las alarmas, ya que se trata de una área de apareamiento fundamental para la ballena.


Tres años después, en febrero de 2020, el Centro para la Diversidad Biológica y Cook Inletkeeper, dos grupos ambientalistas, anunciaron que presentarán una demanda para proteger a las ballenas Beluga en peligro de extinción, para anular los permisos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) para explotar petróleo y gas, así como por violar la Ley de Especies en Peligro al emitir los permisos sin proteger a las ballenas de la Isla Cook. El asunto no es para menos, ya que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza estima que hay unas 150 mil Belugas en el mundo.


Como parte de la responsabilidad por fomentar la conciencia, en el año 2016 se presentó el documental de investigación Born to Be Free de la periodista y cineasta Gayane Petrosyan, realizado por tres intrépidas periodistas de buceo libre, Gaya, Tanya y Julia, en el que exponen el comercio mundial y la tortura que sufren los mamíferos marinos. En setenta y cuatro minutos, el documental acompaña la lucha de 18 ballenas Beluga que estuvieron en cautiverio por años en tanques en la costa del Mar Negro, asimismo, nos muestra los rincones más remotos de Rusia, siendo testigos del impactante maltrato al que se someten a las ballenas, delfines y morsas, de la misma manera, podemos ver la corrupción en el corazón de este cruel negocio internacional. Una historia triste y escandalosa «detrás de escena» de muchos delfinarios que ayudaron a revelar una serie de grotescos hechos.


Gayane comentó «Tenemos la esperanza que el documental va a causar una ola de debates públicos, lo que a su vez ayudará a cambiar de estado las leyes para proteger los derechos de los animales».


Masha Vorontsova, biólogo y director de programas en Rusia y las ex repúblicas soviéticas para el International Fund for Animal Welfare (IFAW) «Fondo Internacional para el Bienestar Animal» confirmó que la demanda de China está incrementando el número de Belugas. A medida que China se vuelve más rica y urbanizada, dijo «cada gran ciudad está construyendo un «oceanario» y cada uno quiere el prestigio de ser dueño de una ballena Beluga.


A mediados de la década del 2000, Vorontsova afirmó que el Fondo Internacional para el Bienestar Animal trabajó con un oficial en el Ministerio de Recursos Naturales de Rusia con la intención de poner fin a los permisos para la caza de la ballena Beluga. Entonces las exportaciones de mamíferos marinos cesaron durante unos cuatro años, hasta que un nuevo y menos interesado ministro tomó su lugar, y las cacerías se reanudaron.


«El problema en Rusia es que algunas personas están haciendo dinero vendiendo Belugas. Están pagando por la expedición y la caza, pero no por los recursos en bien de la ballena. Si el gobierno comenzara a ofertar los permisos a precios altos, la caza seguramente sería menos rentable» aseveró Vorontsova.


Si le interesa ver el documental, puede usar la plataforma de Netflix y buscarla por el título: Born to Be Free.

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