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Murales de Siqueiros en San Ildefonso

Redactor Fernando Galindo

En 1923, el joven David Alfaro Siqueiros, bajo la invitación de José Vasconcelos, se puso a experimentar con técnicas y símbolos para hacer sus primeros murales en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP). Por primera vez desde su conformación como museo en 1992, estas obras se suman al recorrido del conjunto muralístico del Antiguo Colegio de San Ildefonso, en el marco del Centenario del Muralismo.


Las obras se encuentran en el Patio de Novicios, conocido como Patio Chico, que está cruzando una reja que divide a San Ildefonso de este espacio que quedó excluido del proyecto museístico por albergar al Museo de la Luz (que se mudó a Mérida, Yucatán) y oficinas de la UNAM, como las de la Filmoteca y Radio UNAM. Así fue como la obra de Siqueiros quedó separada de los murales de Diego Rivera, Jean Charlot, Fernando Leal, Fermín Revueltas, José Clemente Orozco y Ramón Alva de la Canal.


“El Patio de Novicios es la parte más antigua de San Ildefonso y es la primera vez que se abre al público en este siglo para que la gente lo conozca y se integren los murales de Siqueiros que de alguna manera se habían quedado atrapados en este lugar”, dice el historiador Jonatan Chávez, coordinador de Voluntaria do y Atención al Público del Colegio de San Ildefonso.


En El entierro del obrero sacrificado, El llamado de la libertad, El espíritu de occidente, San Cristóbal, Los ángeles de la liberación y Mujer con rebozo se muestra como no sólo los artistas de la época buscaban su estilo y los símbolos nacionales, sino también cómo el joven artista de 29 años buscaba su propio estilo, al tener indicios del estilo cinemático y de profundidad que lo caracterizaría después, dice el historiador.


El espíritu de occidente es donde se puede observar la búsqueda de elementos nacionales. Se muestra a una mujer morena que emula a la Victoria de Samotracia, escultura griega. La protagonista está rodeada de los elementos naturales y el agua es representada con caracolas de mar y la tierra por un petate.


Estos muros también guardan otras marcas de la historia. Como las obras decorativas a los costados de las escaleras, que podrían ser atribuidas a los ayudantes de Siqueiros: Xavier Guerrero y Jorge Enciso, que preparaban el muro, pero muchas veces el artista los dejaba plantados porque priorizaba sus actividades políticas. El mural Los mitos caídos fue maltratado con rayones por alumnos y profesores de la ENP que estaban inconformes con “los monotes” de los muralistas.


“Uno piensa que ha de haber sido bonito cuando hicieron los murales, pero imagina un lugar lleno de andamios, con los muros botados y más de 3 mil estudiantes”, dice Chávez sobre el contexto que llevó a los estudiantes a exigir la salida de los muralistas. Esto haría que Siqueiros dejara inconclusas sus obras El entierro del obrero sacrificado y El llamado de la libertad, de las que se desconoce cómo sería su versión final, porque no hay bocetos.


“Tan grave fue la situación, que los pintores tuvimos que defendernos a balazos de los disparos que con frecuencia lanzaban los estudiantes”, escribiría Siqueiros en el libro Me llamaban el Coronelazo.


Los murales de Siqueiros lidian de forma constante con el salitre (las sales generadas por la humedad que traspasa los muros y se comen los pigmentos), por lo que su conservación es constante. Sin embargo, a propósito de su centenario, fueron sometidos a una restauración durante la pandemia de Covid-19, que consistió en estabilización y limpieza, pues las obras ya se estaban ennegreciendo por contaminantes ambientales.


Tras hacer limpieza en elementos de los murales se recuperó la visibilidad de algunos detalles, como la hoz y el martillo que se muestran en el ataúd de El entierro del obrero sacrificado; y una mujer y el rostro de un niño que se encuentra en las escaleras superiores que forman parte de El llamado de la libertad. También se colocaron lámparas especia les, pues al encontrarse los murales en el cubo de las escaleras, no tienen buena iluminación. La restauración fue realizada por la Coordinación de Patrimonio Universitario y el Centro Nacional Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble.

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