(ANCOP).- Entre mayo y junio de 2021, en el corredor volcánico Michoacán-Guanajuato han ocurrido 242 microsismos, de los cuales seis han tenido intensidades mayores a cuatro grados, explicó el Investigador Carlos Valdés González, del Instituto de Geofísica.

Estimó necesario monitorear los enjambres sísmicos, indicadores del nacimiento de un nuevo volcán, y que pueden prefiguran amenazas para las poblaciones aledañas.
Precisó que un fenómeno sísmico, una deformación del terreno, la emisión de gases, manifestaciones hidrotérmicas o alteraciones visibles, son señales de la posibilidad de una erupción o el surgimiento de un volcán.
México es un país con gran actividad volcánica y existen más de 200 volcanes pequeños en el llamado campo de volcanes de Michoacán-Guanajuato.
En 1997, 1999 y 2006, esta situación sísmica se presentó en la misma zona, además de en los estados de Durango, Chiapas y la Ciudad de México, “aunque los temblores hacen su aparición varios días y de pronto dejan de suceder”, explicó el también director del Centro de Estudios Mexicanos (CEM) UNAM-Costa Rica.
En 1943, en esa zona nació el volcán Paricutín, presidido de gran cantidad de enjambres sísmicos. De enero a junio de 2021 se han sumado más de 305 microsismos en Michoacán.
El también investigador del IGf, Denis Francois Legrand, señaló que aun cuando la aparición del enjambre sísmico es una condición fundamental, no es la única para que nazca un volcán. Por eso la vigilancia científica permanente es vital.
El profesor de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Morelia, Luis Antonio Domínguez Ramírez, pide a los pobladores de las zonas donde se sienten movimientos sísmicos estar atentos a si vienen acompañados de emanaciones de gases.
Estas emisiones son fáciles de detectar ya que tienen un fuerte olor a azufre, manifestaciones hidrotermales y daños a la vida vegetal, que se seca cuando la temperatura del suelo rebasa los estándares.