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Los alebrijes ¿figuras de animales fantásticos o de terror?

Por Claudia González Guillén


Alebrije: “estado de delirio al estado físico, placentero de hacer, realizar y cristalizar una pieza de inimaginable belleza” …Leonardo Linares Vargas.

El Padre de los Alebrijes, Pedro Linares López, nace en el barrio de La Merced el 29 de junio de 1906 y muere de un infarto a los 85 años. Antes de fabricar figuras de cartón para Frida Khalo, Diego Rivera y otros artistas de la Academia de San Carlos ya como artesano especializado, se dedicaba a elaborar piñatas, máscaras de carnaval, juguetes y figuras de Judas, que podían alcanzar hasta un tamaño de 10 metros. Eran vendidos en los mercados de La Merced, a las iglesias en los festejos de Semana Santa, y a comerciantes que hacían grandes festejos para celebrar nuestras tradiciones (pulquerías, carnicerías, tiendas de abarrotes).


Su formación fue autodidacta, siendo la tercera generación de artesanos cartoneros en su familia. Aunque investigaciones que han hecho sus nietos, comentan que su familia empezó con el oficio de cartoneros desde finales del siglo XVII y principios del XVIII.


Don Pedro comenzó a elaborar figuras a la edad de 12 años, sin imaginar la huella y el aporte que dejaría. Así como él trabajaba al lado de su papá y abuelo, sus hijos Enrique, Felipe y Miguel hacían lo propio. Hoy en día siguen con su taller, al cual se suman sus nietos y bisnietos.


¿De dónde surgen los alebrijes?


El Cartonero Nacional, como también se le llama a Don Pedro, enfermó a la edad de 30 años, de una úlcera gástrica. Su mamá y sus hermanas lo cuidaron, pero sin tener atención médica por falta de recursos. En ese lapso tuvo sueños. Hay dos versiones: la primera que soñó con un bosque y ahí vio a un burro con alas, un gallo con cuernos de toro, un león con cabeza de perro y todos ellos estaban gritando una sola palabra, la palabra era “Alebrijes”. La otra versión de su sueño es que veía el firmamento y entre las nubes se aparecían estas figuras raras de animales, cabeza de chango, cuerpo de rana con orejas grandes, patas de gallo y cola muy retorcida, y gritaban la palabra “alebrijes”.


Su familia lo daba por muerto, se desconoce qué tiempo estuvo en cama, pero al despertar recordaba perfectamente sus sueños. Dejó pasar 11 años, en 1947, en época de Semana Santa realiza su primer alebrije, tal cual lo había soñado, pero no era con los colores vivos con los que actualmente los conocemos, sino únicamente los ojos amarillos y el resto obscuro, de color café y gris. Don Pedro sabía que no eran nada bonitos y que no iba a ser nada fácil su venta. Sin embargo, una persona que le compraba con regularidad figuras de Judas (que era el director del Museo de Artes e Industrias Populares) vio el Alebrije y se le compró, al poco tiempo ya no fue una pieza, sino que le encargaba varias piezas pero que fueran de formas distintas, también se dice que gracias al dueño de una galería de arte en Cuernavaca, es como empieza a cobrar importancia el trabajo de “Don Chanito Linares” y es como conoce a Diego Rivera y Frida Khalo, que eran grandes admiradores de su trabajo.

Pero no fue hasta 1975 que la cineasta Judith Bronowski produce y dirige un documental al maestro Linares y ese hecho hace que su obra cobre fama mundial. Lo invitan a Estados Unidos y allá coincide con un artesano de nombre Miguel Jiménez, que iba del estado de Oaxaca, dedicado a hacer artesanías de madera. Este artesano oaxaqueño es quien después réplica la obra de don Pedro, pero el material no era papel maché sino madera. Gracias a este artesano oaxaqueño se ha hecho muy popular el arte de la elaboración de los alebrijes y la mayoría de las personas creen equivocadamente que su origen es de ese estado de la República Mexicana.


En el año de 1990, le otorgan al Maestro Linares el Premio Nacional de Ciencias y Arte de México en la categoría de Arte y Tradiciones Populares. Y dos años después, el 25 de enero de 1992, fallece.


Triste e injustamente no se le reconoció en vida al Maestro Pedro Linares su aportación a nuestra cultura. Nuestro país está en deuda con este gran artista, y como reza el dicho “nadie es profeta en su tierra”. En el extranjero es muy querido y admirado al grado que cuenta con exposiciones permanentes en el Royal Museum, Castillo de Lyon, Museo Británico, y en países como Escocia, Alemania, Japón, Canadá y Estados Unidos.


Su obra ha sido inmortalizada también en películas como: “Macario” de Roberto Gavaldón, la adaptación del cuento de Juan Rulfo “¿No oyes ladrar los perros?”, y en “Coco” de Disney. Dónde gracias a Alonso Martínez que es gran admirador de los alebrijes y cuenta con una colección propia, siendo parte del equipo creativo de Pixar, dan vida a Dante y Pepita, donde el primero, se convierte de un perro callejero a un xoloitzcuintle, colorido alebrije, mientras que Pepita es una combinación de águila, carnero, iguana y jaguar. A los dos personajes se les presenta como guías espirituales en el mundo de los muertos, aunque ese no sea su significado en la vida real.


Este año se llevó a cabo la edición número 14 del desfile de Alebrijes, en la Ciudad de México. El cual tuvo su origen de una pieza de 15 metros que realizó la familia Linares para un festival en Escocia en el año 2000. En 2007 se organizó el primer desfile de Alebrijes. Aunque coincido con Gerardo Linares, bisnieto de Don Pedro, que seguimos sin darle crédito al padre de los alebrijes, continúa la desinformación, la difusión y más aún la falta de apoyo. Después de que por el tema de la pandemia se suspendió dicho desfile, yo me hubiera imaginado que en esta edición le hubieran dedicado un gran homenaje a don Pedro Linares, sin embargo, ni siquiera su nombre figuró.


Hay instituciones privadas como Fomento Cultural Banamex que si se dedican a poner su granito de arena en este tema en particular o como el Banco Santander, que mientras esperas tu turno para pasar a la caja o a servicio al cliente, te pasan una cápsula informativa sobre los alebrijes, aunque siguen dándole como mérito o importancia a los alebrijes de madera oaxaqueños. Y no quiere decir que esté mal, simplemente es darle valor y lugar a quién lo merece.


Un alebrije surge de “una idea principal” o simplemente de la nada se van elaborando piezas sueltas. Cada uno de los herederos de esta gran tradición, Felipe Linares Mendoza, Leonardo Linares Vargas y Felipe Linares Vargas se inspiran de manera distinta, pero sin duda alguna el arte corre por sus venas y se sienten orgullosos de la gran labor que realizan día a día enalteciendo el nombre de don Pedro Linares López, el gran Maestro mexicano, que nos alegró con sus figuras fantásticas de maravillosos colores y que de un sueño o pesadilla pasó a ser un gran artista de fama mundial.


De la familia Linares son un total de nueve familiares directos que continúan con esta tradición, hijos, un primo hermano, nietos y bisnietos, entre ellos dos mujeres. Un arte popular que no se queda nada más en el taller, sino es compartido por sus herederos a través de conferencias, talleres y clases.


A pesar de tener un registro, de contar con una patente y una declaratoria, existe en el mercado una gran cantidad de piratería de estas figuras fantásticas. México sigue en deuda con el Padre de los Alebrijes, con su aporte invaluable. Además, fue un gran promotor de nuestras tradiciones y logró darle una perspectiva diferente al arte popular mexicano. Toda mi admiración y cariño a un hombre estoico, valiente y de una sencillez sin igual, por hacer realidad sus sueños. Literal.


Fotos: Claudia González.

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