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Llegando a la meta con Ana

Ahora prefiero mirar al futuro,

porque el presente es oscuro.

Prefiero mirar al futuro porque vamos

a superar este presente juntos.

Laura García, periodista

Por José Manuel Rueda Smithers


Los tiempos difíciles generados por una infausta pandemia pareciera que roban la atención a otros padecimientos -generalmente costosos y difíciles- que merecen voltear la mirada y aprender lo que son para otorgar algo que permita enfrentar sus propios momentos a personas que necesitan más allá de una mano amiga.


Un inesperado encuentro con una invitación para participar en una carrera-caminata con causa, de esas a las que, por el puro tema, es difícil rehusarse y así ayudar a generar conciencia para entender lo difícil que es para muchos sobrevivir por alguna enfermedad.

Los riñones juegan un papel fundamental en la regulación del equilibrio ácido base en el organismo.


La Insuficiencia Renal Crónica (IRC) es una enfermedad progresiva e irreversible que frecuentemente lleva a un estado terminal, por lo cual el paciente requiere Terapia de Reemplazo Renal (TRR), esto es diálisis o trasplante para poder vivir. El paciente con IRC también tiene un riesgo elevado de presentar desnutrición calórico proteica, ya sea inducida por la enfermedad o por el tratamiento de diálisis.


En el mundo, más de 12 millones de personas luchan por sobrevivir a la IRC y sus tratamientos. En México, desgraciadamente, no hay una estadística confiable del número de pacientes, pero se estima que superan los 50 mil. También, es la segunda causa más importante de años de vida perdidos en Latinoamérica.


Existen tres tratamientos de la insuficiencia renal crónica terminal: hemodiálisis, diálisis peritoneal y trasplante renal. Sin importar el tratamiento, el costo por paciente rebasa los 250 mil pesos anuales.


El Instituto Nacional para la Salud Pública menciona que es la enfermedad crónica más olvidada, a pesar de representar un grave problema de salud pública en México y en el mundo.


Su impacto se refleja en alta demanda de recursos humanitarios, económicos y de infraestructura para su tratamiento.


Vaya entonces un merecido reconocimiento al Instituto Nacional de Cardiología que -ante la crisis de la pandemia de COVID-19-, acogió a los pacientes con problemas renales para brindarles una atención de primer nivel. ¡Enhorabuena!

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