Lejos de los focos, decenas de enfermedades infecciosas siguen su curso. Suelen estar causadas por virus, bacterias, patógenos u hongos y, gracias a décadas de investigación, en algunos casos disponemos de vacunas que ayudan a protegernos contra ellas, pero en otros no.
Aunque surgió hace apenas unos meses, la covid-19 se ha convertido en la enfermedad estrella de nuestros días a nivel global. Médicos de todo el mundo se esfuerzan en curar al mayor número de pacientes mientras que, en paralelo, numerosos equipos de científicos trabajan contra reloj para desarrollar una vacuna.
Sin embargo, lejos de los focos, decenas de enfermedades infecciosas siguen su curso. Suelen estar causadas por virus, bacterias, patógenos u hongos y, gracias a décadas de investigación, en algunos casos disponemos de vacunas que ayudan a protegernos contra ellas, pero en otros no.
“Todas aquellas que cuentan con vacunas eficaces y que son fácilmente administrables son las que están más cerca de poder erradicarse”, señala el médico infectólogo José Antonio Pérez Molina, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
Los expertos consultados coinciden en que la enfermedad que está más cerca de eliminarse es la poliomielitis, que ya solo es endémica en Afganistán y Pakistán, donde sigue habiendo población infantil sin vacunar. Hasta el momento, la única enfermedad humana que hemos conseguido erradicar ha sido la viruela, en 1980.
“Si no hay vacuna, es mucho más difícil, porque se trata de la principal herramienta de prevención que tenemos frente a enfermedades infecciosas”, resalta Pérez Molina. Como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), el fin de la viruela se logró gracias a la colaboración de países de todo el mundo.
A finales de los años sesenta, era aún endémica en África y Asia. Las campañas de vacunación, la vigilancia y las medidas de prevención emprendidas para contener los focos epidémicos, junto con una mejor información a las poblaciones afectadas, fueron las estrategias utilizadas para combatir la enfermedad.
“Para que las vacunas ejerzan su pleno impacto en la salud pública sobre las enfermedades mundiales es necesario garantizar mecanismos de distribución equitativa y abordar las dudas que surjan sobre la vacunación”, destaca Denise Naniche, directora científica del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”.
A continuación, explicamos en qué punto se encuentran algunas enfermedades infecciosas que han pasado a un segundo plano por la pandemia actual de covid-19.
El coronavirus SARS-CoV-2 no es el único virus que ha provocado la propagación mundial de una enfermedad en los últimos tiempos. El VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) lleva décadas presente en todo el mundo, y, tanto por su nivel de incidencia como por su capacidad de transmisión, también se puede hablar en este caso de pandemia.
Según datos de Onusida, agencia de la ONU especializada en la lucha contra esta enfermedad , en 2019 había alrededor de 38 millones de personas en todo el mundo con VIH. Desde que se detectaron los primeros casos a principios de la década de los 80, unos 35 millones de personas han muerto por enfermedades relacionadas con el sida.
“La infección por VIH está ya extendida por todos los países y en todos los continentes”, subraya Juan Carlos López Bernaldo de Quirós, presidente de la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida ( Seisida )y médico en el Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid. El experto recuerda que, desde la introducción del tratamiento antirretroviral para todas las personas contagiadas, se ha conseguido que la progresión se detenga y, durante los últimos años, la cifra de pacientes se ha estabilizado. “A pesar de ello, en el mundo occidental todavía no hemos sido capaces de iniciar una disminución en su número, y en España se mantienen todos los años unas cifras similares de nuevas infecciones, de entre 3500 y 4000”, explica el investigador.
Otra barrera es que sigue existiendo un porcentaje de pacientes sin acceso al tratamiento, algo más de un 30 %. También es preocupante que parte de la población afectada no sepa que lo está: alrededor de 7 millones de personas desconocen que tienen VIH.
El desarrollo y la mejora de los tratamientos antirretrovirales han supuesto un punto de inflexión para quienes tienen el virus. Tanto es así que la mortalidad por sida ha disminuido casi un 40 % desde 2010. “Hoy en día sabemos que una persona que toma el tratamiento y no tiene virus en sangre detectable no transmite la infección. El mensaje de que si una persona con VIH está indetectable no puede transmitir el virus es importante”, recalca López Bernaldo de Quirós.
Gracias a los antirretrovirales se ha conseguido poner a raya al virus, pero, aun así, no se elimina al cien por cien. Y esa es precisamente la estrategia que están siguiendo los investigadores: lo que buscan es la cura total para que la infección no se reactive si se deja el tratamiento. Como explica el científico, para suprimir este virus latente se están usando múltiples dianas, como fármacos dirigidos al sistema inmune para que este sea capaz de reconocer y eliminar los virus.
La vacuna para prevenir o tratar la infección es otra de las herramientas que sigue en liza, pero no es una tarea fácil por la propia naturaleza de la enfermedad. “El virus infecta al linfocito CD4, que es la célula del sistema inmune que está en medio de toda la ‘encrucijada inmunológica’, por lo que el organismo no puede dar una respuesta adecuada a la infección”, afirma el presidente de Seisida.
Además, el hecho de que el VIH mute y vaya cambiando las proteínas que lo envuelven dificulta el desarrollo de cualquier vacuna. ¿Estamos cerca de su desaparición? “No me cabe ninguna duda de que veremos la erradicación del VIH, pero, eso sí, llevará años”, sostiene el investigador.
El 25 de agosto de 2020 fue un día histórico para la salud pública: la OMS certificó que África estaba “libre de polio salvaje”, tras cuatro años sin detectar ni un solo caso. Con este hito, de las seis regiones de la OMS –región de las Américas, de África, de Asia sudoriental, de Europa, del Mediterráneo oriental y del Pacífico occidental– cinco están libres de los poliovirus que causan la poliomielitis, por lo que la eliminación de la enfermedad está más cerca. “Acabar con los poliovirus naturales en África es uno de los mayores logros de salud pública de nuestra era y nos alienta sobremanera a terminar el trabajo de erradicar la poliomielitis a nivel mundial”, declaró el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
“La enfermedad más cercana a la erradicación es la polio”, confirma Ángel Hernández Merino, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría. Solo dos países siguen registrando transmisión del virus: Pakistán y Afganistán, ambos ubicados en la región del Mediterráneo oriental. ¿Cómo se ha conseguido este logro histórico? Principalmente, gracias a la extensión masiva de las campañas de vacunación infantil.
En Pakistán y Afganistán, unos 50 millones de niños se habían quedado sin vacunar por la pandemia de covid-19, según datos de Unicef; afortunadamente, en el mes de julio se retomaron las campañas en ambas regiones, los únicos puntos del planeta donde la poliomielitis, una enfermedad muy contagiosa causada por un virus que invade el sistema nervioso y puede causar parálisis en cuestión de horas, aún es endémica. Los menores de cinco años son los más vulnerables.
Tras el éxito de la erradicación de la viruela en 1980, ocho años después la OMS acordó crear la Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis, una asociación público-privada dirigida por Gobiernos nacionales que cuenta con varios socios, entre ellos la OMS, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, de Estados Unidos, Unicef o la Fundación Bill y Melinda Gates. Desde que se puso en marcha la iniciativa, el número de casos de poliomielitis ha disminuido en más de un 99 %.
El sarampión es una de las enfermedades que se pueden prevenir con un sencillo gesto: vacunándose. Aun así, en 2017 causó 110 000 muertes en todo el planeta, y la mayoría de ellas se produjeron entre menores de cinco años, según datos de la OMS. La importancia de la vacunación es tal que se calcula que, entre el año 2000 y 2017, las inoculaciones evitaron más de 21 millones de muertes en todo el mundo, algo que ha sido posible porque la vacuna está incluida en el calendario de vacunación infantil de los sistemas sanitarios de los países. Sin embargo, su eliminación no parece cercana. “No hay una fecha para su erradicación porque el objetivo se ve lejano. La situación es muy diferente en las distintas zonas del mundo”, señala Josefa Masa Calles, médica especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública del Centro Nacional de Epidemiología (Instituto de Salud Carlos III). De hecho, en 2012, la Asamblea Mundial de la Salud de la OMS aprobó el Plan de Acción Mundial sobre Vacunas con el objetivo de eliminar el sarampión en cuatro regiones de la OMS para 2015 y en cinco para finales de 2020. Sin embargo, la baja cobertura vacunal en algunos países provocó que varias regiones –como Rumanía, Italia o Grecia en Europa– sufrieran en 2017 brotes de sarampión, con el consiguiente aumento del número de muertes. En vista de estos datos, el grupo de expertos de la OMS concluyó que la eliminación del sarampión “se encuentra seriamente amenazada” y que la enfermedad ha resurgido en países que habían logrado eliminarla o estaban cerca de conseguirlo. Según admite Masa, “si el objetivo es la erradicación mundial, la población en todas las zonas del mundo debe ser inmune, y esto es difícil de conseguir, sobre todo en una enfermedad tan contagiosa como el sarampión”.
Su vacuna se incluye dentro de la llamada triple vírica, una inoculación que suele hacerse cuando el niño tiene doce meses y una segunda dosis entre los tres y cuatro años. Esta vacuna también protege contra las paperas y la rubeola.
Como explica Ángela Domínguez, miembro del Grupo de Trabajo sobre Vacunaciones de la Sociedad Española de Epidemiología, gracias a la efectividad de las mismas, la enfermedad se ha eliminado de treinta y cinco países de Europa –entre ellos, España– y de todas las naciones en la región de las Américas.
“Pero no podemos perder de vista que la eliminación es una situación reversible, que en un país en el que el sarampión se ha eliminado puede restablecerse la transmisión endémica si la transmisión del virus continúa ininterrumpidamente durante doce meses o más”, advierte la experta.
y no podemos olvidarnos de nuestra visitante habitual de cada invierno: la gripe. Aunque sea muy común, no por eso deja de ser grave. Cada año mueren en todo el mundo entre 290 000 y 650 000 personas debido a enfermedades respiratorias relacionadas con la gripe estacional, según estimaciones de 2017. Esto revela un aumento respecto al anterior cálculo mundial, que situaba las defunciones anuales entre las 250 000 y las 500 000.
Es una infección vírica aguda que se propaga fácilmente y circula en todo el mundo. La mayoría de quienes la sufren se recuperan en una semana sin atención médica, pero también hay casos con complicaciones; la neumonía y la bronquitis son dos enfermedades respiratorias relacionadas con la gripe que pueden provocar la muerte. “Las formas más graves que pueden requerir hospitalización, ingreso en unidades de cuidados intensivos o la muerte se dan en personas que presentan condiciones de riesgo”, detalla Domínguez.
El mejor método de prevención es la vacunación, recomendada para poblaciones en riesgo como personal sanitario, personas mayores, mujeres embarazadas o pacientes crónicos. ¿Por qué tienen que vacunarse cada año? Por la naturaleza de los virus que la causan, que cambian cada invierno, lo que obliga a los expertos a diseñar nuevas vacunas actualizadas cada temporada.
En este 2020, la covid-19 ha obligado a las autoridades sanitarias a adelantar la campaña de vacunación para tratar de prevenir la saturación del sistema asistencial –al tratarse de dos enfermedades infecciosas con algunos síntomas similares–. Además, el Ministerio de Sanidad ha realizado una compra extraordinaria de 5 millones de dosis de vacunas para reforzar la campaña que llevan a cabo las comunidades autónomas y conseguir así mayores coberturas de vacunación.
Aunque todas las enfermedades preocupan por su impacto en la salud, unas son más graves o tienen más casos que otras. Según la Sociedad Española de Medicina Tropical y Salud Internacional (SEMTSI), si nos fijamos en su incidencia, destacan la fiebre chikunguña o el dengue –transmitidas por mosquitos infectados–, la enfermedad por el virus del Zika –que tuvo un brote importante en 2015 en países de América Latina y el Caribe– o el cólera –causada por una bacteria–.
Pero si nos detenemos en su letalidad, estarían la fiebre de Lassa –enfermedad vírica hemorrágica–, la infección por el virus Nipah –el huésped del virus es un murciélago–, la enfermedad por el virus del Ébola –que tuvo un brote de 2014 a 2016 en África occidental y se extendió a otros países– o el MERS –enfermedad respiratoria vírica causada por un coronavirus–.
“Las infecciones más preocupantes son las que combinan una alta transmisibilidad durante una fase asintomática, una alta morbilidad y mortalidad y una alta capacidad de mutación y adaptación”, resume Denise Naniche , directora científica de ISGlobal. En el caso de las enfermedades causadas por el virus del Ébola o por el Nipah, su tasa de letalidad –el número de fallecidos del total de contagiados– es superior al 50 %.
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