Redacción Frida
La contaminación lumínica, un problema menos conocido que la contaminación acústica y atmosférica, es ahora el foco de atención en una nueva investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Los resultados son alarmantes: la exposición excesiva a luces artificiales en la ciudad puede conducir a problemas de salud, como hipertensión, diabetes y, en casos extremos, cáncer.
La UNAM define la contaminación lumínica como una alta emisión de luz artificial intensa. Aunque puede parecer un problema menor, Raúl Aguilar Roblero, investigador de la División de Neurociencias del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, indica que este fenómeno no sólo se presenta en anuncios espectaculares inadecuadamente ubicados, que dificultan la conducción, sino también en dispositivos diarios como televisiones, computadoras y, particularmente, celulares.
La exposición constante a esta luz, especialmente durante la noche, puede causar cambios cerebrales que resultan en trastornos del estado de ánimo. Los adolescentes, quienes pasan mucho tiempo con sus celulares, están particularmente en riesgo debido a la alta radiancia de estos dispositivos.
Además, la luz intensa en horas nocturnas puede alterar los patrones alimentarios, incentivando el consumo de alimentos durante la noche cuando el cuerpo tiende a almacenar más calorías, lo que puede resultar en un aumento de peso.
Uno de los efectos más comunes de la contaminación lumínica es el insomnio. La presencia constante de luz interfiere con la producción de melatonina, una hormona vital para regular nuestros ciclos de sueño. Si las personas están constantemente expuestas a la luz, especialmente de dispositivos electrónicos durante la noche, es probable que sufran de insomnio.
Este fenómeno no sólo afecta la cantidad y calidad del sueño, sino que altera el reloj biológico del cuerpo. Cuando esto ocurre, es como si le diéramos al cerebro una señal falsa de que los días se han alargado, lo que puede llevar a condiciones de salud como hipertensión, obesidad, diabetes y, en los casos más graves, podría promover el desarrollo de cáncer.
Es esencial que la sociedad sea consciente de estos riesgos y tome medidas preventivas, reduciendo la exposición a la luz artificial durante la noche para proteger su bienestar.
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