CULTURA IMPAR
José Manuel Rueda Smithers
La ética no debería permitirlas, pero la economía las promueve a diestra y siniestra.
“…quién pudiera salvarte, como imagen cumplida del trayecto, en la hueca retina
del no ser, o siquiera preñar el negativo estricto de la nada que seremos
con el polen de luz de esta alegría”-
Poema Descabalada ciencia de Vicente Gallego,
uno de los principales representantes de la poesía de la experiencia, de lírica romántica en torno a lo cotidiano que dominó en los 80´s y 90´s.
El título de esta Cultura Impar se refiere a la definición de las campañas negras o negativas creadas como armas electorales que desagraciadamente llegaron para quedarse y que perfeccionan sus métodos en cada elección. Se le da este nombre a aquellas estrategias electorales que tienen por objetivo atacar al o a los candidatos mejor posicionados en las encuestas para restarles simpatías y, por oposición, beneficiar a sus adversarios.
A solo unos días de concluir las campañas políticas en Coahuila y el Estado de México, y ya a solo unos meses para iniciar las federales, los intentos por desprestigiar a los rivales crecen y se vuelven cada vez más rudos y agresivos. Eso solo muestra nerviosismo aparejado con una gran falta de ideas que propongan y construyan, por encima del interés partidista.
Alguna vez, el analista Jorge Torres Castillo publicó que “este tipo de campañas implican la publicación de supuestos errores o corruptelas del candidato, se le ridiculiza, se contratan personas que lo insulten y se hace escarnio de su trayectoria”.
Por ejemplo, apenas hace unos días un spot generado por la coalición PRI-PAN-PRD, levantó molestias entre seguidores y legisladores locales de Morena, al difundirse previo al segundo debate entre las candidatas al gobierno del Estado de México a través de la televisora local -designada para transmitir como “señal madre”- y que fue autorizado dentro de la pauta del INE hacia los medios electrónicos.
Los diputados morenistas Azucena Cisneros, Faustino de la Cruz y Daniel Sibaja consideraron falta de equidad en la emisión de esa publicidad aliancista y visiblemente “ofendidos” y enojados pensaron que se atacó a la candidata común “Juntos Hacemos Historia en el Estado de México”; argumentaron que se transmitió de manera dolosa como propaganda adversa para difamar y descalificar.
Revisando la normatividad y con una clara explicación de los expertos electorales, el manejo de mensajes en radio y televisión solo puede ser a través del Instituto Nacional Electoral, que distribuye las pautas de los partidos políticos, únicos responsables de sus contenidos.
Entonces, de regreso a lo que son las campañas negras, lo cierto es que solo empañan los procesos electorales y sin lugar a dudas, fomentan el abstencionismo pues rompen el interés de los electores al considerar que no hay propuestas, no hay planes de trabajo, e inhiben así su voto por tal o cual candidato.
En 2016, el propio Torres Castillo explicó que las campañas negras y la guerra sucia “no surgen de una diferencia de ideas o propuestas sino que son producto de la ofensiva oscura que genera exclusión, mofa y odios al adversario político. Su práctica es grave porque las ideas plurales son la base fundamental de la democracia”.
Y cuestan mucho, mucho dinero.
Así, dentro de la cultura política del México de hoy, es explicable el impacto de las campañas negativas en la sociedad, que hacen que los mexicanos no vean diferencia entre un mensaje congruente y otro manipulado para dañar a un adversario. Y eso, siempre será un problema ético.
Primero ganar el puesto, luego –y solo tal vez- cumplir los compromisos.
Comments