Redactor: Daniel Lee
Los problemas sobre la producción, generación y distribución de la energía que enfrenta el planeta deben analizarse con un enfoque interdisciplinario, no únicamente de ingenierías, en donde se tome en cuenta también la visión de las ciencias sociales y las humanidades, consideró el director del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, Armando Sánchez Vargas.
Durante los trabajos del Primer Seminario Interdisciplinario de Política Energética, señaló que para lograr una efectiva política energética se debe considerar el tema como un problema nacional integrado, cuya atención y eventuales soluciones requieren de la participación asociada de investigadores sociales y científicos de todas las ramas del conocimiento.
Este es un tema para las próximas décadas, sobre todo, por ejemplo, en la producción de nuevas energías renovables, el agotamiento de los recursos no renovables o el grave problema que se genera en torno al almacenamiento de las energías nuevas, lo cual ha ocasionado una serie de problemáticas que hoy reclaman soluciones a través de políticas públicas y económicas más efectivas, refirió.
La pobreza, prosiguió, es otra de las dificultades asociadas directamente con una mala distribución de la energía, por lo que resulta fundamental atender este tema para aliviar las condiciones que prevalecen numerosas comunidades por falta de ese servicio.
Sánchez Vargas sugirió que este Seminario se constituya en un foro permanente para estrechar vínculos de colaboración académica con las entidades del gobierno, además de los actores sociales interesados en contribuir a solucionar los crecientes problemas energéticos y sus diferentes implicaciones.
A su vez, la investigadora de FLACSO México, Alicia Puyana Mutis, destacó que el problema del calentamiento global fue ignorado durante numerosas décadas, y ahora se le ha dado una nueva relevancia y dimensión al tema de la energía.
De acuerdo con la experta, existe una gran paradoja en la brecha del consumo de energía a nivel global, pues mientras los países desarrollados impulsan políticas para reducirlo, y con ello bajar la emisión de carbono, hay varios miles de millones de personas que no tienen ningún acceso a ella; la brecha sigue siendo grande.
Para cerrarla, indicó, se requiere transitar a esas estructuras productivas de la electricidad, de la producción y del consumo, bajas en carbono.
Necesitamos entrar de lleno y sin titubeos a la transición energética, hacia las energías verdes, para reducir, de alguna manera, el CO2. Los márgenes para ello existen en las naciones desarrolladas, no así en los países en desarrollo, especialmente porque están en la etapa de crecimiento en donde se requiere demasiada energía y electricidad para la producción, sobre todo para el consumo de la sociedad, apuntó.
La especialista en energía y petróleo resaltó que el calentamiento global existe, avanza, y si no se toman precauciones y medidas necesarias se pondrá en peligro a la humanidad, aunque parezca catastrófico.
Estamos ante un nuevo mandato categórico del siglo XXI, que tiene que ver con cambiar el modo de producir, consumir y vivir; pero no para todos, debido a las brechas que existen en algunos países. En ciertas regiones quizá empiecen a ir hacia la electricidad, a los hidrocarburos, pero otros tienen que dejar de utilizarlos.
“Es una brecha en la que unos tienen que reducir su consumo de energía para permitir que aquellos que no están consumiéndola puedan saldar la brecha y no se afecte el calentamiento global. Hay que hacer un llamado diferenciado: las metas son globales, la obligación es de la humanidad, pero los compromisos son diferenciados”, enfatizó
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