La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado la obesidad como una epidemia global, lanzando un ambicioso Plan de Aceleración para combatirla con el objetivo de revertir la creciente tendencia de sobrepeso y obesidad para el año 2025. Con más de 1.000 millones de personas. afectada a nivel mundial, la obesidad se ha convertido en el problema de nutrición más prevalente, extendiéndose más allá de los países desarrollados para afectar también a naciones de menores ingresos y grupos sociales más desfavorecidos.
La obesidad, definida por la OMS como una "acumulación anormal o excesiva de grasa", se mide mediante el Índice de Masa Corporal (IMC), un parámetro que ha sido objeto de críticas por su enfoque limitado y su falta de adaptación a diferentes grupos. demográficos.
Desde 1975, la obesidad casi se ha triplicado a nivel global, convirtiéndose en una preocupante causa de muerte y enfermedad, superando incluso a la insuficiencia ponderal.
La OMS no solo señala a la obesidad como un riesgo para enfermedades como la diabetes tipo II y ciertos tipos de cáncer, sino que también insta a la acción conjunta de gobiernos e industrias para promover hábitos saludables y la actividad física. A pesar de los esfuerzos, la realidad socioeconómica complica la situación, con la desnutrición y la desnutrición coexistiendo incluso dentro del mismo hogar, y los alimentos saludables siendo a menudo inaccesibles para las rentas más bajas.
La crisis económica pospandemia y la inflación han agravado el problema, haciendo aún más difícil para muchas familias acceder a una dieta equilibrada.
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