José Manuel Rueda Smithers
Nadie abandona su hogar, a menos que su hogar sea la boca de un tiburón.
Solo corres hacia la frontera cuando ves que toda la ciudad también lo hace.
Warsan Shire, poeta somalí.
A partir de la oportunidad de leer a Tonatiuh Guillén López, el pasado 15 de marzo en Proceso, la atención vuelve hacia las fronteras sur y norte de nuestro país, ante el terrible y creciente descontrol en torno de la cantidad de migrantes que ahí se agolpan, cada vez con mayores riesgos, cada vez con menores esperanzas de salir adelante.
Vale la pena ver primero la credibilidad de un investigador, académico y sobre todo experto en el tema: es Doctor en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología por El Colegio de México. Tonatiuh Guillén tiene los pelos de la burra en la mano, pues ha dedicado su vida profesional a la problemática migrante del México moderno.
La gravedad de sus palabras resuena: “como en los viejos tiempos, salimos nuevamente del país para encontrar alternativas laborales y de ingreso; además, como nunca, se han sumado familias solicitantes de asilo que huyen de las violencias que azotan a estados como Michoacán, Guerrero y varios más”.
Por más que el gobernante mexicano se quiera defender, las cifras lo aplastan. Ni siquiera sus “otros datos” podrían ser positivos en torno de un asunto internacional de flujos de movilidad –por lo general- desde cuatro aristas: origen, tránsito, destino y retorno.
Guillén, es también investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, colabora en la línea de investigación Ideas del Desarrollo, en las temáticas de migración internacional y sobre las fronteras norte y sur de México.
En su opinión en Proceso, explica que en un año (enero 2022 a enero 2023), la patrulla fronteriza de Estados Unidos detuvo “a 860 mil mexicanos que arribaron a su frontera intentando un cruce irregular. A esta cifra debe agregarse otra equivalente, difícil de estimar, que son las personas que tienen algún documento formal de cruce fronterizo y que también se movilizan por razones laborales. En conjunto, pueden ser cientos de miles las personas que se han sumado a la reactivación de nuestra emigración en los últimos tres años”.
Tonatiuh Guillén fue presidente del Colegio de la Frontera Norte y Comisionado del Instituto Nacional de Migración, INM (diciembre 2018-junio 2019). Algo pasó que su estadía fue muy corta, en un lugar donde pudo haber aportado grandes cosas.
En realidad no hay información cierta respecto de su separación del INM, solo meras especulaciones. Renunció al día siguiente de un comentario de Andrés López, respecto de 68 cruces fronterizos en el sur del país que (al menos en ese momento) no tenían vigilancia, “y por la corrupción imperante en el Instituto Nacional de Migración y en las aduanas”, dijo AMLO. Entonces vino la renuncia.
Otros datos que vienen en el número 2419 de la edición impresa de Proceso: “Puede ser que para la administración de AMLO la nueva emigración mexicana suene a derrota, como sería también el caso de la centroamericana que no ha cedido en sus números. Hoy el flujo mexicano constituye el 40% del total de los arribos irregulares a la frontera sur de Estados Unidos, superando con mucho a cualquier otra nacionalidad”. Palabras de un experto al que no se supo aprovechar en materia de migración. Como muchas otras cosas en este gobierno.
Casi la mitad de los migrantes, son mexicanos. Ahí está el tema con Estados Unidos. Por eso sus intentos de distraer desde las mañaneras con ataques del gobierno de Biden.
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