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La gerontología ambiental pone su mirada en la naturaleza y las bellas artes



Los razonamientos que fundamentan y definen a las heterogéneas realidades sociales, nos permiten conocer, observar, estudiar, pensar y resolver en pro de conductas dignas y de armoniosos modelos de urbanidad social integral, lo que nos lleva a una serie de cuestionamientos como: ¿quiénes construyen la realidad social? ¿cuáles son las definiciones dominantes? ¿cuál es la intención? ¿cómo se materializan, universalizan y moldean las deliberaciones elevadas al rango de científicas? ¿Quién vigila las formas de organización e interacción social? y finalmente ¿quién y por qué las establecen y las normalizan? Atrayente conjunto de interrogantes sobre factores sociales, culturales, éticos, económicos, profesionales… que habrá que discernir con seriedad en bien común.


Con la llegada de la segunda década del 2000, en nuestro planeta se propagó la COVID-19, mortal enfermedad infecciosa causada por el recientemente descubierto coronavirus SARS-COV2, lo que ha generado cambios significativos en términos del entorno social, las relaciones personales y profesionales, costumbres y modos de vida, en donde principalmente la comunicación con herramientas informáticas «cibercultura» resulta práctica y efectiva para millones de personas. Pero, qué pasa con la gente que no tiene acceso a computadoras ni teléfonos, o que no sabe cómo utilizarlos ¿se quedan fuera del grupo social del que forman parte?


Será que con esta vicisitud se puedan recuperar ciertas costumbres y urbanidades que amparan la concordia entre las sociedades o, quizás, venga a fortalecer el tener en cuenta el simple hecho de un saludo cordial por la mañana, tarde o noche, decir gracias, pedir por favor, de preguntarle a los demás ¿cómo están? y particularmente el respeto al prójimo, más aún, tratándose de adultos mayores.


Quizás, esta «nueva realidad» sea una oportunidad para plantearnos metodologías que permitan culturizar a las sociedades y, por ende, ser ejemplo de calidad humana, donde podamos educarnos mutuamente sin herirnos, con criterios que nos brinden certeza de conocimiento que, además, atestigüe la justeza de nuestras opiniones, revelando una organización en la que se fortalezca la apreciada amabilidad de los pueblos, el valor intrínseco de sus ancianos, así como de sus conocimientos ancestrales, las riquezas culturales, la tan necesaria conciencia por el medio ambiente y el respeto por los ecosistemas.


En ese sentido, la correlación entre la gente que envejece y el entorno social es un asunto que requiere de la reflexión y comprensión —desde el campo concreto de las bellas artes— así como la categorización y organización en los espacios educativos formales, informales y sociales. Precisamente, el Arte-terapia que interactúa con la naturaleza es considerado como una técnica de desarrollo personal, de autoconocimiento y de expresión emocional en bien de la salud física y mental de los adultos mayores, como un proceso que transciende sin disgregarles. Así se les facilitan el acceso a los bienes culturales en pro de su calidad de vida y el fomento del empleo creativo del ocio, propiciando además un espacio para el sano debate científico-cultural entre los individuos, beneficiando de esta manera las funciones cardiorrespiratorias y musculares, la salud ósea y funcional, en consecuencia, les reduce de manara significativa el riesgo de caer en depresión y del deterioro cognitivo.


En los años treinta del siglo pasado, se creía que la longevidad estaba determinada por factores genéticos, pero en 1939, la Gerontología Científica se inaugura con el anatomista Edmund V. Cowdry (1888-1975) con el texto por él dirigido «Problemas del envejecimiento» considerado como la primera gran obra en este campo de estudio, dando oportunidad a los primeros tesis sobre Gerontología Social y del Comportamiento. En las décadas de los 70’s y 80’s, las teorías de los investigadores Kurt Lewin y Powell Lawton siembran las bases teóricas que anteceden a la Gerontología Ambiental, posteriormente, Paul Windley, arquitecto y gerontólogo en Kansas State University (pionero en el área) impulsó la importancia de la planeación de espacios creativos para analizar, modificar y optimizar la relación entre los ambientes para personas con algún tipo de demencia y su entorno físico-natural.


En la primera década del siglo XXI, se constata que en las áreas de actividad física, artística, social y de orden natural, expanden la esperanza de vida y reducen patologías relacionadas con la edad como el Alzheimer, el cáncer, la hipertensión y la depresión. Por lo anterior, es factible deducir que la ciencia médica y los ámbitos naturales en combinación con las expresiones creativas pueden rejuvenecer a las personas, mejorando física y mentalmente al adulto mayor que lo aplica en su rutina de vida.

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