A raíz de la Reforma Energética, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) modificó la tarifa eléctrica que pagan los organismos encargados de proveer servicios de agua potable y saneamiento en el país. Desapareció la tarifa 06 que aplicaba a estos servicios y los clasificó entre los usuarios de media y alta tensión, como a cualquier empresa privada del sector industrial o comercial.
Esta reforma entró en vigor a principios de 2018. La nueva fórmula para calcular las tarifas eléctricas incrementaron los costos por este concepto en más del 60 por ciento.
La misma Comisión Nacional del Agua (Conagua) se vio severamente afectada, dado que opera, por ejemplo, el Sistema Cutzamala, que abastece la cuarta parte del agua que se consume en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (CDMX), así como el Sistema de Pozos del Lerma y los del Plan de Acción Inmediata (PAI), entre otros sistemas.
Pero los más afectados fueron, sin duda, los Sistemas de Agua y Saneamiento del país. La energía eléctrica es su principal insumo para proporcionar los servicios. Se estima que antes del alza en la tarifa, el 50 por ciento de los ingresos de los Sistemas de Agua y Saneamiento se destinaba al pago de energía eléctrica; con el alza, el porcentaje se elevó por encima del 80 por ciento.
El alza en la tarifa implicó un incremento en los costos, ya de por sí impagables para muchos de ellos. Por ello han dejado de operar por más tiempo algunos pozos. Es decir, de por sí ya tandeaban el agua, pero ahora lo hacen durante más tiempo.
También han dejado de operar más plantas de tratamiento, y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha aumentado el número de cortes del servicio en prácticamente todo el país, lo que implica mayor población sin abastecimiento de agua. Urge impulsar la eficiencia energética.
Uno de los Proyectos Estratégicos de la actual administración de la Conagua se orienta hacia este objetivo. Busca, por un lado, disminuir el consumo de energía eléctrica a través de mejorar la eficiencia de sus equipos de bombeo e instalaciones eléctricas y, por el otro, generar electricidad a través de la infraestructura existente en todo el país para el almacenamiento de agua (presas).
La Conagua paga a la CFE el recibo más caro de todo México: el de la operación del Sistema Cutzamala y la batería de pozos para abastecer a la Zona Metropolitana de la CDMX: alrededor de 3 mil 600 millones de pesos anuales. Por ello los ahorros de energía, por pequeños que sean, representan cientos de millones de pesos. Un ahorro de sólo el 15 por ciento representa 540 millones de pesos.
Además, la Conagua ha identificado formas de generar energía que pueden compensar la que consume: ha identificado 14 presas con potencial de generación hidroeléctrica, sitios donde ya se construyó la parte más cara de un proyecto de esa naturaleza, que es la presa misma; la inversión que se requiere para generar energía es marginal.
Por otro lado, evalúa la posibilidad de construir granjas solares en los predios de los que dispone en razón de la infraestructura que resguarda. Ahí puede generar 1.3 megawats por hectárea, dadas las condiciones de radiación solar. Las superficies de alrededor de 50 hectáreas ya presentan márgenes de rentabilidad.
Finalmente, la Conagua negocia con la Secretaría de Hacienda la condonación de adeudos a los Sistemas de Agua y Saneamiento en todo el país, o que se les pudiera aplicarse una tarifa especial, pero Hacienda pone como condición que instrumenten programas concretos de eficiencia energética.
Ojalá logre concretarlo. Sería un salto cuántico para los sistemas operadores. ¡Y vaya que les hace falta!
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