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Josephine Baker; la mujer que escandalizó bailando


Por Prof. Mayra Nuñez.


Sentados en el café Les Deux Magots tomando un campari en una mesita de mármol de unos cuarenta centímetros, vemos pasar a las personas. Algunos franceses, otros chinos; unas rubias como alemanas, todas se detienen en la esquina de St. Germain des Prés y la rue Bonaparte.


A mi derecha está una señora, de las pocas francesas guapas que se ven en las calles, leyendo una revista en donde se lee “Pintura Art Déco” y una imagen de Josephine Baker… ¿Baker, la bailarina negra? La que fue la bailarina más admirada en Francia y rechazada en su país, los Estados Unidos, por el racismo?


Eran los años veinte, durante La Belle Époque, después de la Segunda Guerra Mundial. Una época de agitación, elegancia y frivolidad , en donde estaba surgiendo una nueva etapa del arte de vivir; empezaba a restablecerse la paz y la prosperidad; estaban en un nuevo cambio tanto los artistas como las altas esferas de la sociedad.


La vida de placer en esos años estaba en su auge en París. Existía una gran libertad de expresión en todos los campos artísticos, morales y de formas de vida.


Y en ese momento se presenta en el Théâtre des Champs Elyssés, Josephine Baker bailando y contorsionándose con frenesí en el otoño de 1925, tremendamente eróticam con su danza mitad comedia y mitad feminismo, con el torso desnudo y su faldita con 16 platanos, y en otras ocasiones con plumas.


En “La Revue nègre au Music-hall des Champs-Élysées” hechizó a los parisinos, quienes la consideraron una verdadera Diosa de Ébano.


Esa noche, los parisinos amantes de las revistas musicales descubrieron un espectáculo nuevo y totalmente exótico. Josephine fue una verdadera sensación.

Convertida en la principal estrella emplumada de las grandes revistas musicales de Folies Bergère y del Casino de París.


Para 1927, Baker era la artista mejor pagada de toda Europa y una de las mujeres más fotografiadas en el mundo, ya que era la primer estrella en bailar casi desnuda.


En 1936 regresó a los Estados Unidos, donde encontró la hostilidad de un público que no estaba dispuesto a aceptar sus espectáculos escandalosos; para sus oponentes, “bailaba como un mono”, a diferencia de sus grandes admiradores, para quienes era La Venus de Bronce, La Perla Negra o La Diosa de Ébano.


En 1939, cuando estalló La Segunda Guerra Mundial, se integró primero en el voluntariado y mas tarde en la resistencia francesa, hechos que le valieron La Legión de Honor y la Cruz de Guerra, dos importantes condecoraciones de Francia, el país que amaba y que la había aceptado.


El 12 de abril de 1975, Josephine cayó en coma y murió de una hemorragia cerebral, a los 69 años.


Josephine Baker fue la primer mujer a la que le otorgaron honores militares en Francia.


Sus restos mortales descansan en Mónaco.

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