Por Déborah Buiza
En apariencia y en general, nuestras vidas transcurren relativamente en una rutina que nos permite operar con cierta “tranquilidad” y certeza, pero con frecuencia se presentan situaciones que nos recuerdan que no las tenemos todas con nosotros.
Se dice que no podemos controlar lo que nos sucede, pero que sí podemos con nuestra actitud mejorarlo o empeorarlo, que nuestra respuesta tendrá un impacto no sólo en los hechos, sino a largo plazo, incluso entre quienes hayan estado a nuestro alrededor en esos momentos.
En el imprevisto se ponen a prueba nuestras habilidades para resolver de mejor forma, en el menor tiempo posible, con los recursos a mano y esperando tener los menores efectos secundarios negativos posibles o al menos que sean manejables o superables.
En muchas profesiones la previsión y prevención de situaciones que puedan salirse de control o salir mal es fundamental, y también quien tiene hijos pequeños lo sabe, los imprevistos suceden, es algo a lo que estamos expuestos constantemente sólo que no siempre notamos el riesgo, por lo que valdría la pena “preparase” o anticiparse ante la posibilidad de que algo salga diferente o se presente una contingencia.
¿Cómo eres si algo sucede y te saca de tu rutina?
Ante la posibilidad de un escenario inesperado, es importante darse un minuto para observarse ¿cómo es uno ante los imprevistos pequeños y ante las grandes emergencias?, conocernos nos dará la oportunidad de trabajar en nosotros en aquellos aspectos que puedan ser obstáculos o que puedan agravar las situaciones que necesitan una atención urgente y rápida.
Por supuesto que no es lo mismo resolver una mancha de café antes de entrar a una junta, un “bomberazo” en la oficina, a un auto descompuesto en la carretera a la mitad de la noche y de la nada o a un temblor, sin embargo, en todas esas situaciones podemos mirarnos en la experiencia vivida y reflexionar sobre cómo actuamos en ese momento, preguntarnos si podríamos hacer algo para mejorar nuestra respuesta y tenerlo en consideración para el futuro.
Si ya te encuentras en ese momento, date un minuto y respira, observa el panorama a tu alrededor y la situación que está frente a ti y pregúntate:
¿Hay algún protocolo para atender lo que está pasando? ¡Síguelo!
¿Tu seguridad está comprometida de alguna forma? Primero ponte a salvo. Resguardar tu seguridad e integridad es lo primero.
¿Se puede resolver en ese instante de la mejor forma? ¿Tú puedes resolverlo? ¿Tienes los elementos para hacerlo? ¿Necesitas ayuda? ¿De qué tipo? ¿Tienes como pedirla?
Encontrarnos frente al imprevisto o contingencia puede revelarnos lo vulnerables que somos, nuestras carencias y algunos temas sin resolver, puede llevarnos a lugares de frustración o miedo donde no sabemos cómo manejarnos o quedarnos paralizados, sin embargo, si ya estás ahí respira y confía en que podrás encontrar alguna forma de enfrentarlo y ve atendiendo con forme vayan pasando las cosas.
Hay situaciones que requieren de nosotros valentía, sobreponernos y actuar rápidamente, necesitamos prepararnos para ello.
Y tú ¿estás listo?
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