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Guerrero, paraíso perdido por la violencia

Por Ricardo Burgos Orozco

He estado muchas ocasiones en el estado de Guerrero, principalmente en Chilpancingo, Acapulco y Zihuatanejo. Toda la entidad es digna de visitar. El principal modo de supervivencia para sus habitantes es el turismo, aunque también tiene riqueza petrolífera y de gas natural, minería, crianza de ganado, pesca y grandes extensiones dedicadas a la agricultura.


Acapulco sigue siendo un lugar paradisiaco al que todo mundo quiere conocer. Me consta que alguna ocasión en Europa Oriental le preguntaba a la gente sobre México, no hablaba español, pero inmediatamente pronunciaban Acapulco como su referencia conocida o deseada.


Desafortunadamente los acontecimientos violentos de los años recientes, ha deteriorado el prestigio de una entidad que tiene todo para ser una de las principales en la generación de riqueza nacional. Es cierto que el pésimo gobierno de la inexperimentada Evelyn Salgado Pineda, con su papá Félix Salgado como su sombra, ha complicado más la situación social y política del territorio guerrerense, pero ya desde antes con Héctor Astudillo Flores, de origen priista, la situación estaba muy complicada.


La verdad desde Ángel Aguirre Rivero, también priista, que gobernó antes de Astudiilo, el estado vivió una crisis grave con la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa Raúl Isidro Burgos, acontecimiento que resquebrajó las estructuras políticas y sociales municipales y estatales no han podido volverse a recomponer y difícilmente lo harán pese a que ahora gobierna el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).


Esa violencia que ha estado presente en diferentes tiempos y circunstancias en Guerrero, las últimas semanas ha crecido tal vez por la incapacidad de la gobernadora y su asesor principal. Dicen que cuando Félix Salgado gobernó Acapulco, fue la época más violenta de la que se tenga memoria en el puerto. Por eso no se podía esperar mucho en esta administración de los Salgado.


Ahora leemos todos los días de acontecimientos violentos en todo el territorio guerrerense: Zihuatanejo amanece sin transporte público por las amenazas de la delincuencia, dejan tres cadáveres y cabeza humana dentro de taxi en carretera de Guerrero, dejan seis cabezas sobre toldo de un auto en Chilapa, tras motín en penal de Acapulco trasladan a cárceles federales a 155 reos., nueve unidades de transporte público de la comunidad de Petaquillas, Chilapa y Mochitlán fueron incendiadas y atacadas a balazos. Y así por el estilo todos los días.


Para colmo, se hizo público a través de un video que la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, de Morena, se reunió con líderes de un grupo criminal de la región llamado Los Ardillos. Ella dice que no pactaron nada; seguro fue un desayuno de acercamiento social, pero el hecho es que en la antes tranquila capital de Guerrero, la violencia también esta desatada.


Las últimas noticias dan cuenta de un Guerrero en llamas, sin ley y el aumento grave de la violencia y la delincuencia organizada, exigencia de derechos de piso a los negocios establecidos, ante la complacencia de las autoridades municipales, estatales y federales. Ya vimos que hasta conviven con ella.


La población es la que está sufriendo y nadie la salva. Ahí, en Guerrero, también es un fracaso la estrategia de abrazos no balazos.

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