Antonio Gamboa Chabbán
El plan C está en marcha y no es cosa menor. De lo que se trata es ganar en el Congreso la mayoría calificada, además de la presidencia y con ello garantizar no tan sólo las reformas a la Constitución Política sino una nueva Constitución, aquella que identifica los ideales del movimiento, la Constitución del Bienestar del Pueblo Mexicano o como quiera que sea. En la cena de reconocimiento a la candidata ganadora en el Estado de México, lo verdaderamente importante fue el ajuste a la frecuencia cardiaca de quienes aspiran a llegar a la presidencia de la República, dado que de los puntos que hasta el momento no han sido negados por el oficialismo, se consigna que los resultados de la encuesta, esa gran encuesta nacional de la cual se conocerá el nombre de quien resulte con el triunfo, no tan sólo será el triunfo para la candidatura al tan ansiado cargo, sino se distribuirá el poder en varias partes, para todos hay.
Para ganar la mayoría calificada anunciada como parte del Plan C, se requieren perfiles con experiencia que coordinen la campaña para las dos Cámaras del Congreso de la Unión y con ello, todos los equipos de los actuales aspirantes tienen acomodo en posiciones relevantes de poder, un par de candidaturas adicionales a la presidencial, definidas desde septiembre, para trabajar el voto ciudadano a su favor para la mayoría calificada por un lado en la Cámara de Diputados y por otro lado, en la Cámara de Senadores.
El derroche de poder que ha tenido el presidente de la República ha decidido dividirlo en tantas partes como interesados existen. A quienes él levantó la mano después de la elección intermedia de 2021 y quienes la levantaron por cuenta propia tienen espacio y la futura silla presidencial tendrá menor tamaño que la que se ocupa hoy día en Palacio Nacional, porque dejarla igual, representaría un riesgo para su tranquilidad y la de muchos de sus colaboradores, por experiencia propia, el exceso de poder en una persona, puede ponerlo en riesgo. Por otro lado, estaría garantizando que todas las corrientes de su movimiento voten a favor de la marca y con ello multiplicar las posibilidades de triunfo en todos los niveles.
Con esto se perfilaría el alcance de una nueva República, con pesos y contrapesos diferentes a lo que hasta el momento hemos experimentado.
A quienes ganen el premio de las Cámaras, tendrán el privilegio de impulsar en tiempo récord, la nueva Constitución el Bienestar del Pueblo Mexicano y eso como moneda de cambio, puede generarles mucho poder por el mérito que representaría consolidar la llamada Transformación del país.
En una de esas, entre las filas de los aspirantes, tenemos también, a uno de los ministros en potencia de la Suprema Corte en tiempos de Transformación, en una etapa de transición de lo que hoy se conoce como el máximo Tribunal a lo que se pretende llegar con Ministros electos por voto popular.
Por otro lado, está la sociedad civil organizada, que aún lejana de los partidos políticos, agrupa el interés de muchos ciudadanos que no están de acuerdo con el uso y abuso de poder que ha tenido la actual administración.
Por su parte, los partidos de oposición están luchando con egos y alegres sumas de pedazos de votos que, en 2021, 2022 y 2023 han logrado, distante de la sociedad civil, con la idea de distribuir las curules entre las filas de militantes distinguidos de los partidos sin poder.
Ese es el escenario que se mira, a escaso un año de la elección federal, estatales, municipales y de legislaturas que se avecinan.
La mayoría de la ciudadanía tiene su voto como muestra de decisión, en tanto, desde el poder se tiene una estrategia trazada y en marcha.
¡México debe despertar!
Antonio Horacio Gamboa Chabbán
Maestro en Derecho Político y Administración Pública
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