Redactor Fernando Galindo
Dormir es una de las actividades esenciales del ser humano, pues esta es de suma importancia para recobrar energía, sin embargo eso no es solo que sucede durante el sueño, supone mucho más que una mera fuente de salud para nuestro organismo.
Actualmente todavía desconocemos mucho de los mecanismos moleculares que inducen el sueño. Pues una red de reacciones químicas muy complicadas, que nos llevan a dormir por las noches. Sin embargo, cada día los investigadores tienen nuevas respuestas y misterios sobre este proceso vital y natural.
La luz es una potente señal temporal para el cerebro humano, ya que regula el reloj interno de nuestro cuerpo y los ritmos circadianos. Estos ritmos controlan nuestros cambios físicos, mentales y de comportamiento en ciclos de 24 horas. Y si bien la presencia o ausencia de luz puede parecer un detalle insignificante, es la clave del ciclo sueño-vigilia, un proceso en el que múltiples regiones cerebrales trabajan en armonía.
La distinción entre día y noche se consigue a través de los foto-receptores, células especializadas de la retina que detectan cambios de luminosidad. Cuando anochece, cesa la captación de luz y esta información es transmitida por distintas regiones cerebrales hasta llegar a la glándula pineal, que recibe la orden de secretar melatonina (la “hormona del sueño”). Esto indica al organismo que se prepara para descansar.
Los beneficios del sueño en el cerebro
Según Albert Einstein, “el secreto de la creatividad está en dormir bien y abrir la mente a las posibilidades infinitas”. Además de ser uno de los científicos más destacados de la historia, Einstein era un defensor ferviente de dedicarle tiempo al sueño. Se dice que dormía alrededor de diez horas diarias y que su teoría de la relatividad se le ocurrió mientras realizaba esta actividad.
¿Será que dormir nos hace más inteligentes?
Aunque aún no comprendemos del todo los beneficios que aporta, está claro que dormir es un proceso vital para la salud del cerebro. Durante el sueño, este órgano realiza funciones críticas, como consolidar recuerdos, regular las emociones y reparar células dañadas. La investigación ha demostrado que el sueño adecuado es esencial para el funcionamiento cognitivo.
¿Alguna vez se ha preguntado cuánto tiempo puede pasar una persona sin dormir? O ¿qué consecuencias tiene la falta de sueño para el ser humano? En 1964, Randy Gardner, un estudiante de secundaria de 17 años, se dispuso a romper el récord mundial de permanecer sin pegar ojo. Gardner estuvo despierto una vez días sin cafeína ni estimulantes.
En este tiempo, Gardner experimentó numerosos síntomas, incluidos cambios de humor, alucinaciones y problemas del habla y memoria. En un momento, afirmó que era un jugador de fútbol profesional e incluso había creado autógrafos para admiradores imaginarios. Al finalizar el experimento, durmió catorce horas seguidas y, a pesar de todo, parece que no tuvo secuelas a largo plazo.
Lejos de este caso particular, en el mundo existen personas que no pueden dormir por motivos muy distintos a una mera motivación personal. El insomnio, la incapacidad para conciliar el sueño o permanecer dormido, puede ser una experiencia frustrante y agotada, con graves consecuencias para la salud.
Las causas fundamentales pueden ser complejas y variadas, pero la investigación ha demostrado que la producción de melatonina desempeña un papel crucial en su desarrollo. Afortunadamente, existen formas de apoyar su producción natural y promover un mejor sueño, como evitar la exposición a la luz azul antes de acostarse y crear un ambiente relajante para dormir.
Existe una fuerte conexión entre el sueño y las enfermedades neurodegenerativas. De hecho, un mal descanso se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar alzhéimer o párkinson. Las investigaciones han demostrado que, durante el sueño, el cerebro realiza importantes procesos de eliminación de toxinas, incluyendo la proteína beta-amiloide, que se acumula en el cerebro de las personas con alzhéimer.
Cuando dormimos poco, o experimentamos un sueño fragmentado, el cerebro no tiene la oportunidad de limpiar estas toxinas, lo que lleva a su acumulación ya la aparición de enfermedades. Además, la falta de descanso también puede afectar a la producción de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, lo que contribuye a la degeneración neuronal.
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