Redactor Fernando
Si tienes o has tenido perro, seguro que en más de una ocasión le has hablado como si fuera un niño pequeño, con voz cantarina y tono agudo. Esto puede parecer un tanto ridículo para alguien que no tenga mascota. Sin embargo, una nueva investigación publicada en Communications Biology, sugiere que este modo de comunicación funciona.
En el estudio, los investigadores han descubierto similitudes entre perros y bebés en el sentido de que responden más a los estilos de habla específicos adoptados por los “padres”, sobre todo cuando se trata de una mujer.
Cuando le hablamos a un bebé o a un animal, lo hacemos de forma distinta a cómo nos comunicaríamos con individuos que consideramos que tienen capacidades lingüísticas similares a las nuestras. Según los autores de un nuevo estudio, puede tratarse de una estrategia empleada para intentar mantener su atención. Un perro promedio solo conoce 89 palabras, así que es lógico que recurramos a algo más que a nuestro vocabulario para conectar con ellos.
Para comprobar si los perros, tal y como sucede con los bebés, prestan realmente más atención a nuestro lenguaje “ridículo” (conocido científicamente como lenguaje dirigido al perro), los investigadores usaron la resonancia magnética para observar la actividad cerebral de los canes. Una vez dentro de la máquina, los perros fueron expuestos a distintos tipos de habla humana para ver cómo respondían.
La muestra estaba compuesta por 19 perros adultos, 11 machos y 8 hembras, procedentes de distintos hogares familiares y de distintas razas, para que los resultados que se obtuvieran fueran lo más generalizados posible.
Los perros de la muestra fueron sometidos a un entrenamiento especial en el que se utilizó el refuerzo positivo para que se estuvieran quietos mientras se les hacía la resonancia. Los perros podían abandonar la máquina cuando quisieran ya que no estaban atados a ella.
Los resultados mostraron que dos áreas clave del cerebro de los perros se activaban especialmente cuando los hablantes humanos adoptaban una "prosodia exagerada", es decir, el habla exagerada que se emplea con los bebés y con los animales. Curiosamente, este efecto era especialmente pronunciado cuando la persona que hablaba era una mujer.
Todos los perros de la muestra interactuaban diariamente tanto con hembras como con machos, y la mayoría de ellos (16 de 19) vivían en el mismo hogar con humanos de ambos sexos. Aunque las experiencias previas con individuos de distinto género pueden influir en las respuestas de los perros a las voces masculinas y femeninas, en este estudio la variabilidad a este respecto fue mínima.
El estudio también identificó las características clave que parecían captar la atención de los perros: lo alta o baja que era la voz de media y la frecuencia con que variaba el tono. A las personas que tienen perro no les sorprenderá saber que, si le hablan a su mascota con un tono monótono, tendrán muchas menos probabilidades de llamar su atención que si lo hacen con el típico tono cantarín.
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