Este turismo de masas altamente contaminante rompió el equilibrio ecológico en las zonas donde se desarrolló fuertemente la actividad, además que desplazó a los habitantes originarios; en México hay opciones sustentables, como los Pueblos Mágicos y las rutas en distintos lugares del país.
El turismo es una actividad que nace después de la Segunda Guerra Mundial. El desarrollo de los medios de transporte permitió que las personas se trasladaran con mayor rapidez a diferentes partes del planeta, lo que aceleró el crecimiento de esta industria. En el caso de México, se incentivó el turismo de Hotel, Sol y Playa a través de centros planeados de forma integral, como fue el caso de Acapulco y después, en los años setenta, de Cancún y Los Cabos.
Sin embargo, es a finales de la década de los ochenta e inicios de los noventa cuando se manifestaron las consecuencias negativas de estos centros turísticos. Rogelia Torres Villa, investigadora de la Unidad Académica de Estudios Regionales en Jiquilpan, Michoacán, explicó que durante las décadas de los 70, 80 y 90 este turismo de masas altamente contaminante rompió el equilibrio ecológico en las zonas donde se desarrolló fuertemente la actividad. Además se desplazó a los habitantes originarios; asimismo, quienes se emplearon en los centros turísticos modificaron su manera de actuar, pensar e interactuar al interior de sus comunidades.
Ante este panorama, el turismo sustentable surge como una alternativa positiva pues pugna por guardar un equilibrio entre la protección de los recursos naturales, el reconocimiento de las poblaciones originarias como los dueños de los patrimonios y la rentabilidad económica de la actividad turística. En México existen varios ejemplos de este modelo sustentable, “en el 2001 nació el Programa Pueblos Mágicos que actualmente tiene registrados 132 con esta visión de turismo, enfocada al interior de nuestro país y no solo a los 17 estados costeros. Como sabemos, dentro de nuestro país hay una gran biodiversidad, riqueza cultural y gastronómica”, señaló la especialista.
Este tipo de turismo, además de ser más económico y al alcance de las familias con menos ingresos, reduce la migración en busca de fuentes de trabajo y ofrece una importante serie de experiencias culturales que empodera directamente a las comunidades, al darles la oportunidad de vender los productos que elaboran, a diferencia del turismo de Hotel, sol y playa donde se ofertan casi exactamente los mismos servicios y alimentos en cada una de sus sedes. “Sí queremos un turismo, pero un turismo responsable; que los empresarios también cuiden los recursos que son la base para el aprovechamiento y el motivo por el cual las personas visitan ciertos lugares”, advirtió la investigadora.
Otro ejemplo de turismo sustentable en México ha sido la creación de Rutas como: la ruta de la Sierra del Tigre en Mazamitla, Jalisco; la del vino y el queso en Querétaro; la de la Ribera de Chapala en Jalisco; la del cacao en Chiapas y Tabasco; la ruta Don Vasco, en Michoacán; la del vino en Ensenada, Baja California y la del Tequila, en Jalisco, por mencionar algunas. “Éstas son la grandes oportunidades del turismo sustentable, donde la población local es la más beneficiada. Como ejemplo, gracias a que en el año 2010 la UNESCO declaró a la gastronomía mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se ha valorado e incentivado la gastronomía local”, subrayó Torres Villa.
Asimismo, la especialista explicó que la creación de estas rutas tiene un sustento gubernamental, de instituciones educativas y de la iniciativa privada. “Hay muchos investigadores que estamos en zonas rurales, trabajamos en áreas pequeñas y apoyamos a los pobladores que son los conocedores de sus recursos, su clima, el ambiente. También los investigadores tenemos la responsabilidad de desarrollar proyectos como la identificación de un producto clave; en nuestro caso estamos trabajando dos rutas que aún están en papel: la ruta del queso Cotija y la ruta del mezcal, en la región Ciénega de Chapala”. Por último, señaló Torres Villa, “los mexicanos debemos darnos la oportunidad de conocer la biodiversidad con la que contamos, es una gran oportunidad para estos pequeños pueblos que necesitan del turismo interno para incitar la actividad turística, pero de manera responsable”.
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