Por: Fernando Silva

En la actualidad convivimos entre sociedades que demandan calidad en todas las áreas de la vida, por lo que vale observar una tipificación integradora y comprensiva de la satisfacción derivada de la realización y de las potencialidades de la gente, partiendo de la sensación subjetiva de bienestar físico, psicológico, ético, consciente, económico y social, en donde se integran aspectos como la intimidad, la expresión emocional, la seguridad percibida, la productividad individual y la salud, asimismo, aspectos objetivos en las relaciones armónicas con los entornos personales y familiares, la sociedad, la prosperidad material y la salud objetivamente percibida. En ese sentido, posterior a la Guerra Fría —y en lo radical del lenguaje capitalista— algunas naciones se autonombraron como «de primer mundo» señalando al resto como: «En vías de desarrollo» «subdesarrolladas» «del tercer y cuarto mundo». De tal manera, que en la desdeñada lista generada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) —que dirige ese grupo elitista— se encuentran América Latina y casi todos los países asiáticos, africanos e insulares, mismos que han violentado sin arrepentimiento a base de explotarlos, bloquearlos, embargarlos o invadirlos.
Paradójicamente y bajo el cobijo de la conceptualización de un sistema económico y social basado en que los medios de producción deben ser de propiedad privada, resulta posible dar por cierto que sin tomar en cuenta al resto de países que no están en su ventajoso círculo, esas naciones que dirigen el capitalismo moderno, guían en su propio interés las finanzas y las políticas internacionales, dejando en evidencia su extrema exacerbación del sentido geo étnico-racial y xenofóbico que suele motivar discriminación, racismo y persecución, además de la desafección que manifiestan hacia un alto porcentaje de seres humanos —con los que no quieren convivir— a razón de que sus naciones se encuentran en bajo índice de desarrollo, por supuesto cortesía de esa mentada élite. Pero eso sí, para ellos, ponen en alto la bandera de las libertades, los derechos universales, la dignidad, la justicia, el respeto, la defensa del estado de derecho….
Por lo anterior, formulo tan sólo cinco ejemplos de los inconvenientes que acarrean sus perniciosas ideologías económicas, políticas, ecológicas y sociales: Primero. Los «poderosos países» están en el repertorio de los más contaminantes, por lo que el fracaso en los esfuerzos para evitar un cambio climático global es un síntoma de su errónea operatividad. Incluso, acuden a naciones cuyas economías son débiles y con mano de obra barata para desplazar sus industrias, sin inquietarles los riesgos socioeconómicos y los peligros que ese proceder conlleva a los ecosistemas. Segundo. Con sus grandes recursos financieros, los países capitalistas han establecido brutales condiciones de desigualdad en el mundo. En consecuencia, el creciente abismo económico que generan, en parte, deriva de su ingente mezquindad, misma que ejercen con sevicia por convenir así a sus corrompidos intereses. Tercero. La distribución de medicamentos (observemos su reciente actuación con la pandemia de la Covid-19) en donde el mercado farmacéutico no cumplió con los requisitos básicos necesarios para garantizar la eficiencia sanitaria en la mayoría de los países que no consideran dentro de su «primer mundo». Por lo tanto, el costo de los servicios sanitarios en proporción al ingreso ha aumentado a medida que esos países se han hecho más ricos y, en contrasentido, el resto más pobres y con alto porcentaje de mortalidad ¿Quizás sea el escenario idóneo para esos países y sus sociedades? Cuarto. Quienes defienden y/o aplican los sistemas capitalistas subestiman el bienestar de la humanidad, sin darse cuenta que son parte de ella. Por lo que académicos, investigadores, intelectuales, científicos, historiadores… desde la Revolución Industrial, han realizado un sinnúmero de investigaciones que indican —con datos precisos— el deterioro político, económico, social y ecológico en el mundo a causa de su régimen, esto lo acreditan sensatas manifestaciones de repudio en todo el planeta. Asimismo, esos grupos cupulares señalan con evidente hipocresía que las incipientes generaciones obtienen «mejorías» en relación a las anteriores —gracias al trepidante avance tecnológico— sin otorgar las garantías que demuestren que ese alegato sea realista y, mucho menos, sostenible en el corto y largo plazo. Quinto. Las crisis financieras son, por supuesto, las que han provocado lo mencionado en los cuatro inconvenientes anteriores, entre otros problemas mundiales como los conflictos armados. De ahí que en el mundo de las finanzas internacionales, la «innovación» tecnológica no se ha utilizado para reducir los riesgos, sino más bien, los han magnificado. Tener en cuenta que esos cambios profundos de trascendentes y negativas consecuencias para el género humano, son el resultado de las decisiones del protervo e ínfimo Grupo Bilderberg. Mismo que desde 1954, reúne una vez al año a las 130 personas más influyentes y ricas del mundo para saber su opinión respecto al establecimiento de un gobierno mundial hacia el año 2050. Parte del pérfido objetivo que pretenden llevar a cabo es reducir a grado de sujeción excesiva (esclavitud) a la mayoría de las sociedades y, con mayor dureza, a las que consideren no convenidas a sus funestas normativas.
Sin lugar a dudas, todo forma parte de su aterrador interés global para controlar a la humanidad. En concreto: El cómo trabajar, comprar, procrear, dormir, pensar, vivir… estará conectado a una computadora integral que supervisará cada uno de nuestros movimientos. Con su Nuevo Orden Mundial, el Grupo Bilderberg se aprovechará de todos los recursos tecnológicos, naturales y humanos disponibles para continuar subyugando e incrementar su devastadora avaricia. De ahí que la grave y sincera preocupación es causada por el análisis de las circunstancias que se van manifestando y que en lo futuro nos convulsionarán con mayor fuerza mediante un mercado globalizado, controlado por una élite que se hará llamar «Gobierno Mundial» misma que contará con un exclusivo y poderoso ejército; una excluyente banca globalizada que nos sistematizará económicamente y en un mundo habitado por una población reducida a la mitad —ya sea generando caos programados que terminen en guerras internas; controlando la natalidad vía la administración obligada de «medicamentos»; la imposición de leyes que estarán por encima de constituciones y derechos humanos, implantando obedientes dictadores para someter a los países no alineados; incrementando de esta manera los índices de pobreza y, por ende de hambruna, enfermedades y violencia— para después presentarse ufanos y afanar estableciendo por vía del miedo su «justicia» y su sistema de gobierno que fiscalizará a todo ser humano.
Aquí lo importante no es caer en psicosis y mucho menos dejarnos engañar, sino informarnos, observar, reflexionar y hacer conciencia en bien común, con la prerrogativa de elevar la calidad de vida de toda la humanidad y, por ende de todo ser viviente, además de preguntarnos ¿Qué hace la ONU al respecto? ¡Pero qué pregunta! También la tiene subyugada el Grupo Bilderberg, así como a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los medios masivos e internacionales de comunicación, el G20, los centros financieros más importantes del mundo, la Organización Mundial de la Salud, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la Agencia Central de Inteligencia… Todo para que tan singular y demente grupo se muestre en sociedad como sin fueran modelos de valores «políticamente correctos».