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El estrés crónico y su impacto en nuestros hábitos alimentarios

Redacción: Joel Charles

Un estudio revela cómo el estrés crónico altera los mecanismos cerebrales relacionados con la alimentación, llevando a una preferencia por comidas hipercalóricas y plantea posibles soluciones.


Un nuevo estudio realizado por el grupo de Herbert Herzog en el Instituto Garvan de Investigación Médica en Sídney (Australia) ha descubierto que el estrés crónico puede tener un impacto significativo en nuestros hábitos alimentarios, llevándonos a comer más y optar por alimentos poco saludables. Estos hallazgos revelan un círculo vicioso entre el estrés y la elección de comidas hipercalóricas, del cual puede ser difícil escapar.


La investigación, publicada recientemente en la revista Neuron, se basó en modelos animales y demostró que el estrés crónico interfiere con la respuesta natural del cerebro a la saciedad, disminuyendo el placer que obtenemos de la comida. En cambio, promueve una búsqueda constante de "recompensas" alimentarias, lo que nos lleva a consumir alimentos cada vez más apetitosos y poco saludables.


El estudio también reveló que el estrés crónico afecta a una región específica del cerebro conocida como la habénula lateral, la cual normalmente amortigua las señales de recompensa. Sin embargo, cuando se combina con una dieta rica en calorías, el resultado es una mayor preferencia por alimentos dulces y apetitosos, lo que a largo plazo puede conducir al aumento de peso y la obesidad.


Los investigadores concluyen de manera contundente que "el estrés crónico fomenta el consumo de alimentos apetecibles y puede potenciar el desarrollo de la obesidad". Según Chi Kin Ip, autor principal del estudio, estos hallazgos resaltan la importancia de comprender los mecanismos cerebrales detrás de esta relación para encontrar formas de frenar este círculo vicioso.


El profesor Herzog explica que normalmente, el cerebro responde de manera distinta a una dieta rica en grasas y al estrés, a través de diferentes vías neuronales. Sin embargo, en un contexto de estrés crónico, el sistema de recompensa y regulación de la energía se ve alterado, anulando el mecanismo que evita comer en exceso. En resumen, el estrés se convierte en el factor dominante en este círculo vicioso


El neuropéptido NPY, una molécula que el cuerpo produce naturalmente en respuesta al estrés, desempeña un papel clave en este proceso. Cuando los investigadores bloquearon el NPY en las células de la habénula lateral de ratones estresados y alimentados con una dieta rica en grasas, los animales consumieron menos comida y se evitó el aumento de peso.


Aunque el NPY podría ser una opción prometedora para el desarrollo de tratamientos que promuevan la saciedad, el profesor Herzog señala que esta molécula también está involucrada en la regulación de otras funciones cerebrales, como la termorregulación y el ritmo cardíaco, lo que complica su uso como objetivo terapéutico.


Sin embargo, el estudio sugiere una opción más accesible para romper este círculo vicioso. Los ratones estresados alimentados con una dieta rica en grasas mostraron una preferencia por un edulcorante llamado sucralosa, consumiendo tres veces más de este edulcorante en comparación con aquellos que solo recibieron una dieta alta en grasas. Esto indica que evitar alimentos basura y seguir una dieta saludable puede ser una forma efectiva de contrarrestar los efectos del estrés crónico en nuestros hábitos alimentarios.


En resumen, este estudio nos recuerda la importancia de evitar un estilo de vida estresante y, especialmente, si estamos expuestos a estrés crónico, seguir una dieta equilibrada y dejar de lado la comida poco saludable. Romper el círculo vicioso entre el estrés y los hábitos alimentarios puede tener un impacto positivo en nuestra salud y bienestar a largo plazo.

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