En el ámbito del gaming, la promesa del 8K ha resultado ser más desafiante de lo esperado para las consolas de última generación como la PlayStation 5 (PS5) y la Xbox Series X.
Desde su lanzamiento, tanto Sony como Microsoft han afirmado que estas consolas serían capaces de soportar juegos y contenido multimedia en 8K, una característica que requeriría un poder de procesamiento y almacenamiento significativo.
Sin embargo, la realidad ha demostrado ser más complicada. El principal desafío radica en las especificaciones necesarias para manejar juegos en 8K de manera fluida. Para renderizar imágenes a 60 FPS en esta resolución, se requeriría una GPU extremadamente potente, capaz de procesar aproximadamente 2 mil millones de píxeles por segundo en tiempo real. Esto es una demanda muy alta incluso para las GPUs más avanzadas disponibles actualmente.
Además, los juegos en 8K necesitan texturas de alta resolución y activos gráficos que pueden consumir hasta 20 GB de RAM solo para gráficos, haciendo que los juegos en esta resolución ocupen fácilmente más de 200 GB de almacenamiento. Esto pone de relieve las limitaciones actuales de las consolas en términos de potencia y capacidad de almacenamiento.
A pesar de las impresionantes especificaciones técnicas de la PS5 y la Xbox Series X, estas consolas han demostrado ser más adecuadas para reproducir contenido en 8K que para manejar juegos nativos en esa resolución. Las técnicas de escalado como AMD’s FidelityFX Super Resolution (FSR) y NVIDIA’s Deep Learning Super Sampling (DLSS) están ayudando a mitigar estas limitaciones, pero las consolas actuales no fueron diseñadas específicamente para ser máquinas de escalado a ese nivel.
La adopción limitada de pantallas 8K también representa un desafío considerable. Aunque existen televisores capaces de mostrar esta resolución, su alto costo y disponibilidad limitada han restringido su adopción masiva, reduciendo así el incentivo para desarrollar juegos en 8K.
En resumen, aunque el futuro del gaming en 8K no está descartado por completo, las actuales limitaciones técnicas y de mercado sugieren que podrían pasar algunos años antes de que los jugadores puedan disfrutar ampliamente de juegos nativos en 8K. La posible llegada de versiones mejoradas de consolas como la PlayStation 5 Pro podría marcar un avance significativo en este sentido, pero hasta entonces, la promesa del 8K sigue siendo un objetivo difícil de alcanzar para la industria del gaming.
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