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Ecofeminismo


Desde hace años, las mujeres tienen el estandarte de hacer justicia social, política y ambiental; la mujer encausada por el bien común de un ambiente sano y limpio, por el bien de los demás.


Uno de los movimientos más actuales es “Viernes por el Futuro” (Fridays For Future), inspirado por Greta Tintin Eleonora Emman Thunberg, más conocida como Greta Thunberg, una activista medioambiental sueca, centrada en los riesgos planteados por el calentamiento global.


Esta joven mujer que ofrece discursos basados en los riesgos del calentamiento global tuvo como inicio los incendios forestales en Suecia. Su demanda fue que el gobierno sueco redujera las emisiones de carbono con base en lo establecido en el Acuerdo de París, por lo que decidió protestar sentándose afuera del Riksdag todos los días durante la jornada escolar, junto con un cartel que decía “Skolstrejk for klimatet” (Huelga escolar por el clima). Greta decidió no asistir a la escuela hasta las elecciones generales de Suecia de 2018.


Después de las elecciones, continuó su protesta cada viernes, lo cual llamó la atención a nivel internacional, e inspiró a jóvenes de todo el mundo a participar en huelgas estudiantiles.


En diciembre de 2018, más de veinte mil estudiantes realizaron manifestaciones en más de 270 ciudades en varios países, incluyendo: Alemania, Andorra, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Italia, Japón, México, Países Bajos, Reino Unido, Suiza y Uruguay.


En Australia, miles de estudiantes inspirados por Thunberg decidieron protestar los viernes, ignorando las palabras del primer ministro Scott Morrison, sobre “más aprendizaje en las escuelas y menos activismo”.


La pandemia mundial dará un cambio en la educación y justo será la propuesta de Greta, de poner más empeño en relación con el calentamiento global, ya que no debe postergarse más tiempo y hacer entender a los dirigentes de los países que es urgente atender este gravísimo problema. Las generaciones se estaban preparando para tener propuestas en relación al calentamiento global, y deben continuar con su activismo para frenar las emisiones que afectan al mundo.


En su momento otra mujer, activista de la década de los 70 del siglo XX, hace presencia en Niagara Falls, Nueva York: Lois Gibbs, ama de casa y madre, de 27 años, cuyo hijo, Michael, tiene epilepsia, asma, infecciones urinarias y un muy bajo recuento de leucocitos, todo relacionado con la contaminación química del entorno. Lois descubrió que su barrio, Love Canal, había sido construido sobre un enorme vertedero de productos químicos tóxicos.

El barrio tenía una larga historia. Se planificó su construcción hacia 1890, por el empresario William T. Love. Era lo que llamó su “ciudad modelo”. Sucesivas crisis financieras dejaron el proyecto en unas cuantas casas, unas calles y un canal que comunicaba con el río Niágara. El canal tenía poco más de kilometro y medio de longitud, una anchura de quince metros y una profundidad que iba de tres a doce metros.


En los años 40, varias empresas y el ayuntamiento de Niágara Falls utilizaron el canal para arrojar todo tipo de productos y, en 1953, lo cubrieron de tierra. Allí quedaron enterradas casi 22 mil toneladas de residuos tóxicos como pesticidas, disolventes, PCB y metales pesados.


Cuando la ciudad necesitó un solar para construir una escuela, calles y demás equipamientos, lo hicieron sobre ese vertedero lleno de productos peligrosos. En 1976, periodistas de la Niagara Falls Gacette descubrieron lo que se había hecho en Love Canal. Cuando llovía con fuerza, entre las casas y en los sótanos, en los patios traseros y jardines, en las calles y en los parques, fluía un líquido negro, grasiento y maloliente. Eran los lixiviados del vertedero, las filtraciones de lo que allí estaba enterrado.


Lois Gibs era una mujer, ama de casa y madre sin preparación especial -sólo tenía estudios secundarios-, pero con un motor motivador: su hijo con problemas de salud. Sus vecinos dieron muestra de malestares en su salud, por lo que, apoyada por los vecinos, inició movilizaciones.


El alcalde de Niágara Falls declaró que “no había ningún problema”. La intervención del gobierno federal, a través de la Agencia de Protección Ambiental y de decretos el entonces presidente James Carter, logró que se aceptara lo que ocurría en Love Canal y se pagaron indemnizaciones, reubicaron a las 900 familias del barrio y recuperaron el suelo contaminado.


En estudios realizados en los años 80 se detectaron malformaciones, abortos y cáncer entre los vecinos de Love Canal, pero en la actualidad se considera como recuperado el barrio. Entre los vecinos trasladados a otros lugares no hay diferencias en el índice de mortalidad en relación con el resto de la población.


Lois Gibbs logró sus objetivos concretos: consiguió que los cambios colectivos favorecieran al vecindario de Love Canal. Era importante la lucha por los derechos en un entorno limpio y sano. Se declaró una luchadora para proteger la salud pública puesta en peligro por la contaminación.


Al ecofeminismo que se define como la unión de movimientos y filosofías que unen al feminismo y a la ecología. Tiene como objetivo luchar contra las injusticias sociales y no solo las que atañen a la mujer y al ambiente.


Carolyn Merchant, de la Universidad de California en Berkeley e historiadora de la ciencia y declarada ecofeminista, resume a tres puntos, en forma de preguntas cuya respuesta aclararía el debate, la relación entre las mujeres y el medio ambiente.


En primer lugar, se pregunta cuáles son las relaciones entre las mujeres y la naturaleza, entre los hombres y la naturaleza, si los dos sexos tienen la misma relación con la naturaleza y si estas relaciones, iguales o diferentes para ambos sexos, se dan en nuestra cultura occidental y hay relaciones diferentes en otras culturas.


En segundo lugar, se pregunta si la percepción de la naturaleza es diferente en hombres y mujeres y propone que sería interesante conocer las influencias históricas y culturales sobre esta percepción diferente, si es que existe.


Y, finalmente, plantea que la separación entre cultura y naturaleza en nuestra sociedad occidental refuerza a las mujeres como mejor situadas para cuidar el medio ambiente. Y esta separación tiene, obvio, consecuencias sociales y políticas.


Concluye que para los hombres, la naturaleza es una posesión más y, a menudo, una posesión más que podemos usar o cambiar según necesitemos. En cambio, las mujeres tienen un reconocimiento y aceptación de la naturaleza como una entidad a la que también pertenecemos y que ejerce una profunda influencia en nuestra especie. Es lo que Rachel Carson nos enseñó hace medio siglo.


Un año más de celebrar a las mujeres de lucha, de entrega, desde las que deciden llevar la administración de un condominio, ser madres, profesionistas; las mujeres que en estos años ha sido tan violentadas, sobre todo con los feminicidios, cometidos lamentablemente por hombres, a quienes no les importa el abuso en contra de las mujeres y hacen que no entienden mensajes como “rompe el pacto”, hasta que una mujer -su mujer- le explica.


¡Qué falta de educación cultural que el máximo representante de un país como México subestime a la mujer, cuando sus colaboradoras justo son mujeres.


Expreso mi reconocimiento a todas las mujeres por la gran labor que desempeñan, en el Día Internacional de la Mujer.


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