Por Deborah Buiza G.
¿Hace cuántos años dejaste de ser niño? ¿Te acuerdas cómo eras? ¿A qué jugabas? ¿Qué querías ser cuándo fueras grande?
Tal vez no ha pasado mucho tiempo desde aquellos días y claramente están todos esos recuerdos en tu mente, o no.
Hoy que ya eres un poco mayor, ¿eres lo que soñaste cuándo niño? Es claro que cuando uno es pequeño sueña con ser tantas cosas, todo parece posible de lograr y de ser (incluso ser superhéroe con capa y toda la cosa), conforme pasa el tiempo de algún modo nos damos cuenta que hay que enfocarnos en algo y si existe el acompañamiento adecuado logramos canalizar quienes somos y nuestras inquietudes hacia quienes queremos ser, encontrando un camino personal, profesional y laboral que puede desarrollarse en armonía.
A veces cuesta un poco más de trabajo encontrar ese camino, nos enfrentamos con creencias limitadoras, cumplimos deseos y sueños ajenos, apostamos por cubrir necesidades falsas y casi sin darnos cuentas nos desviamos y andamos un tiempo por un camino que no nos llena totalmente, nos sentimos insatisfechos, inseguros, agotados, enojados con todo y todos, y diariamente nos violentamos al continuar por esa senda.
Sin duda no es fácil aterrizar los sueños de la infancia, la realidad nos impacta de tal forma que desistimos si no contamos con la motivación e información necesaria, si no tenemos claro que es lo que esperamos de nosotros y lo que deseamos para nuestra vida (o al menos qué es lo que no queremos para nosotros).
Aquí me detengo con dos noticias, una buena y una “mala”.
La buena noticia es que ya no somos niños y podemos ahora tomar otro tipo de decisiones, aquellas que se ajusten más a nuestros sueños, podemos motivarnos y sortear de mejor forma los embates de las personas tóxicas, las críticas y los ladrones de sueños, buscar y operar soluciones que nos acerquen más a nuestras metas y a lo que deseamos de la vida.
La “mala”, es que somos los responsables de alcanzar o no los sueños que deseamos ver realizados y esto implica mucho trabajo personal, resolver temas pendientes, ordenar nuestras prioridades, disciplinarnos, exigirnos, enfocarnos, tolerar la frustración, optimizar y administrar los recursos que tenemos o buscar los que necesitamos, persistir y también ser capaces de aceptar cuando las cosas no salen del todo bien, cuando más allá de nosotros no se pueden alcanzar o darnos cuenta cuando aún no es momento.
Hoy te propongo aunque ya eres grande, preguntarte de nuevo ¿qué querías ser cuando eras pequeño? y ¿qué quieres ser cuando seas grande? (porque aún se puede ser más grande) y encuentra en tus respuestas los sueños de tu corazón, después toma valor para encontrar la forma de llegar a ser eso que quieres y ¡adelante!
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