Dicen los machos: si ya la tienes dentro, pos… Ya qué
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Aunque todavía hay quienes pretenden descalificar la pasada elección del 2 de junio, lo cierto es que Claudia Sheinbaum ya recibió el papel que necesitaba para pasar a la historia como la primera mujer en ocupar la presidencia de México. Hay los que dicen que -en una semana- la casa de los famosos recibió 35 millones de votos, (algunos miles más que ella), legalmente no cuenta para nada saber si Mario Bezares es culpable o inocente.
México está en un momento clave de su historia, y confiar en su primera presidenta puede traer beneficios significativos.
Olvidemos la muy trillada Equidad e Inclusión: Tener una presidenta puede contribuir a romper barreras en una sociedad que lucha por la igualdad. Un liderazgo podría abrir puertas para que más mujeres ocupen roles de poder.
La presidenta podría tener una perspectiva más profunda sobre los desafíos que enfrentan las mujeres en México, y traducirlas en políticas públicas más efectivas en temas como la violencia de género, igualdad salarial, y apoyo a madres trabajadoras.
Hay que confiar por un cambio de Estilo de Liderazgo. Aunque ella dice que no, la realidad la envolverá y veremos Esto podría traer un cambio en la manera en que se gestionan los conflictos y se promueven las políticas en México.
Podría llegar a ser un modelo a Seguir. Ser presidenta puede servir como modelo para millones de niñas y mujeres en México. Esto podría inspirar a una nueva generación de líderes femeninas.
Aunque es otro lugar común, el fortalecimiento de la democracia se refuerza al ser elegida democráticamente y liderar al país -independientemente de su género-.
Con poner atención a Asuntos Sociales las mujeres líderes a menudo tienen una mejor y más fuerte inclinación hacia temas como la salud, la educación y la protección del medio ambiente. La presidenta deberá priorizarlos en la agenda nacional, abordando problemas que afectan directamente a la vida diaria de los ciudadanos.
Sin dejar atrás el Enfoque en las Familias, Sheinbaum tiene la oportunidad de podría dar mayor atención a las políticas que apoyan a las familias, como la educación, el bienestar infantil, y los servicios de salud, lo que podría tener un impacto positivo en la cohesión social.
No dejemos pasar el simbolismo y reconocimiento internacional que da su posición como la #65 en ocupar la presidencia de México.
Si se aplica, podría mejorar la imagen de México en el escenario internacional, tan perdido en los últimos años. Esto podría atraer inversión extranjera y fortalecer relaciones diplomáticas.
Confiar ahora en la Presidenta de México, sin atacar su capacidad y experiencia, se basaría en si tiene visión para liderar el país. Si ha llegado a esa posición, es probable que tenga un historial probado de logros y una comprensión profunda de los desafíos que enfrenta México.
Aunque repite mucho lo que el ahora inquilino de Palacio dice, la presidenta podría simbolizar un cambio significativo en la política mexicana, representando un compromiso renovado con la transparencia, la justicia, y el progreso social.
La Cultura Impar no deja escapar el hecho de que hay mujeres que alcanzan posiciones de poder y a menudo han tenido que superar numerosos obstáculos, lo que les da una fortaleza y resiliencia únicas. Esta experiencia podría ser crucial para liderar México a través de tiempos difíciles y complejos.
Confiar en la primera presidenta de México no solo es un acto de fe en su capacidad individual, sino también en la capacidad del país para evolucionar hacia un futuro más justo.
Tiene el beneficio de la duda, sin más.
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