Tras analizar cientos de terremotos, los investigadores han comprobado que el giro del núcleo de la Tierra está rotando a menor velocidad. ¿Cómo influye esto en la superficie del planeta, el clima, el nivel del mar e incluso la duración de los días?
Lo que conocemos como núcleo es la capa más profunda de la Tierra. Se compone de dos partes: una externa, fluida, que se sitúa de los 2.900 a 5.100 kilómetros de profundidad; y otra interna que llega al centro de la esfera, hasta los 6.370 km aproximadamente. Es decir, nuestro planeta es una especie de matrioska planetaria, como si fuera un planeta dentro de otro planeta, como una especie de cebolla compuesta por distintos estratos.
El núcleo y de cada una de las capas que conforman la Tierra están en continua interacción, lo que genera diversos eventos geológicos, como la formación de montañas, los terremotos o las erupciones volcánicas.
Lo que ocurre en el núcleo afecta a la superficie terrestre
En el caso del núcleo, precisamente este movimiento de rotación de esta gran masa de hierro a más de 5.100 kilómetros de profundidad de la corteza terrestre es la que genera el magnetismo terrestre al actuar como una enorme dinamo. Y este magnetismo es a su vez el que produce las famosas auroras que se pueden ver en el cielo cerca de los polos terrestres y que se deben a la interacción del viento solar con el campo geomagnético. O lo que es lo mismo, cómo es el núcleo terrestre afecta a lo que ocurre en la superficie de la Tierra.
De hecho, la ciencia lleva cientos años estudiando los fenómenos que suceden en la corteza terrestre, una capa de apenas 40 kilómetros de grosor, que es donde ocurren todos los fenómenos que más nos afectan. Sin embargo, gracias a los nuevos adelantos científicos cada vez conocemos mejor las dinámicas que ocurren en el interior de la Tierra.
Un estudio sorprendente sobre el núcleo terrestre
Precisamente a este respecto, Yi Yang y Xiaodong Song, dos investigadores del Instituto de Geofísica Teórica y Aplicada de la Universidad de Pekín, en China, acaban de publicar en la prestigiosa revista Nature Geoscience un estudio sobre el comportamiento del núcleo de la Tierra que ha sorprendido a la comunidad científica.
Según los datos obtenidos por los científicos, la velocidad de rotación del núcleo terrestre se habría ralentizado en los últimos años IGEO y, además, habría empezado a girar en sentido contrario, hacia el oeste. En palabras del Instituto de Geociencias (IGEO), "lo que la nueva investigación afirma es que el núcleo ha decrecido su velocidad y está 'desacompasado' con la velocidad de giro del resto del planeta. Es como si nosotros, la corteza, nos adelantáramos respecto al núcleo", han apuntado.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores han analizado las ondas sísmicas producidas por casi 200 terremotos en dos puntos muy alejados de la Tierra: Alaska (cerca del polo Norte) y las Islas Sandwich del Sur, (cerca de la Antártida). Y así, la medición de la velocidad del desplazamiento de las ondas a través de las capas, permite conocer mejor qué está ocurriendo en el interior de la Tierra.
Cómo puede afectar el frenazo del núcleo a la meteorología o el tiempo
Aunque se ha creado cierta alarma alrededor de la noticia de esta ralentización del giro del núcleo de la Tierra, la verdad es que el impacto que puede tener en las vidas de quienes habitamos la última de las capas terrestres, la corteza, es mínima.
Como todo el mundo sabe, la Tierra tarda 24 horas en girar sobre sí misma, es decir, 1440 minutos, o lo que es lo mismo, 86.400 segundos en dar un giro completo de 360 grados. Y las diferencias detectadas por el estudio son del orden de 0,1 grados por año, es decir, una cantidad muy pequeña teniendo en cuenta que cada año se producen 365 giros de 360 grados.
A nivel científico esta diferencia en el giro sí puede generar un cambio, pero es tan pequeña que no producirá cambios perceptibles para el ser humano. Según los investigadores, el día se podría llegar a alargar o acortar una milésima de segundo respecto a los últimos 50 años.
Los días duraban 23 horas hace miles de años
Como explican desde el IGEO, "El efecto de este desacoplamiento podría influir en la duración de los días, que por cierto no siempre ha sido igual en la historia de la Tierra".
A este respecto, explican, "gracias al registro geológico y especialmente al estudio de las capas de crecimiento de corales fósiles, se sabe que los años en el pasado geológico duraban más días, es decir la Tierra giraba más rápido y por tanto los días eran más cortos, en el Mesozoico los días duraban 23 horas".
¿Afecta el parón de giro del núcleo al clima?
Como explican desde el IGEO a través de los científicos Alberto Molina Cardín, Marina Puente Borque, Pablo Rivera Pérez, en relación con la afectación que pueda tener sobre el clima, "el artículo propone que podría existir alguna relación, pero que el origen de las variaciones multidecadales en el clima aún no se conoce completamente. Además, no parece probable que cambios tan pequeños en la rotación del núcleo puedan tener efectos realmente apreciables", explican.
Por otra parte, los investigadores principales han propuesto que este cambio podría causar mínimas deformaciones en la corteza terrestre. Sin embargo, según los especialistas, estos cambios serían tan mínimos que apenas influirían en el nivel del mar.
Patrón geológico cíclico
Además, los científicos han comprobado que esta reducción de la velocidad ocurrió en los años 70, lo que los ha llevado a sugerir que podría tratarse de un patrón cíclico de nuestro planeta.
Como apuntan en la revista Nature, “los datos sugieren que el núcleo interno podría incluso estar en proceso de volver a la sub rotación. Si es así, es probable que algo esté sucediendo con las fuerzas magnéticas y gravitatorias que impulsan la rotación del núcleo interno. Dichos cambios podrían vincular el núcleo interno con fenómenos geofísicos más amplios, como aumentos o disminuciones en la duración de un día en la Tierra”.
Del mismo modo, como apuntan ellos mismos en las conclusiones de la investigación, “estas observaciones proporcionan una evidencia de que existen interacciones dinámicas entre las distintas capas de la Tierra, desde el interior más profundo hasta la superficie, posiblemente debido al acoplamiento gravitatorio y al intercambio de momento angular desde el núcleo y el manto hasta la superficie".
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