
Un estudio publicado en la revista Nature por investigadores de la Universidad de Stanford (California) ha demostrado que el análisis de las proteínas de la sangre permite estudiar el envejecimiento de los órganos y predecir el riesgo de enfermedades de una persona.
El estudio, realizado con 5.678 personas de 50 años o más, encontró que uno de cada cinco adultos tiene al menos un órgano que envejece a un ritmo muy acelerado.
Los investigadores utilizaron un algoritmo para evaluar los niveles de miles de proteínas en la sangre de las personas y determinar que cerca de un millar de proteínas se originaban en algún órgano.
Después, relacionaron los niveles aberrantes de esas proteínas con el envejecimiento acelerado de los órganos correspondientes y su susceptibilidad a la enfermedad y la mortalidad.
Encontraron casi 858 proteínas órgano-específicas.
Para cada uno de los 11 órganos estudiados, el equipo de Stanford calculó una "diferencia de edad": la diferencia entre la edad real de un órgano y su edad estimada a partir de los cálculos del algoritmo basados en proteínas específicas de cada órgano.
Así descubrieron que los desfases de edad identificados en 10 de los 11 órganos estudiados (con la única excepción del intestino) se asociaban significativamente con el riesgo futuro de muerte por todas las causas a lo largo de 15 años de seguimiento.
Tener un órgano con envejecimiento acelerado conllevaba un riesgo de mortalidad entre un 15 % y un 50 % mayor en los 15 años siguientes, dependiendo del órgano afectado.
En concreto, las personas con un envejecimiento acelerado del corazón pero sanas y con biomarcadores clínicamente normales, tenían un riesgo 2,5 veces mayor de sufrir insuficiencia cardíaca que las personas con un envejecimiento normal del corazón.
Los cerebros "viejos" tenían 1,8 veces más probabilidades de sufrir deterioro cognitivo en cinco años que los cerebros "jóvenes". El envejecimiento acelerado del cerebro o del sistema vascular -cualquiera de los dos- predecía el riesgo de progresión de la enfermedad de Alzheimer tan bien como lo hacen los mejores biomarcadores clínicos utilizados actualmente.
También vieron fuertes asociaciones entre una puntuación renal de envejecimiento extremo (más de 2 desviaciones estándar por encima de la norma) y la hipertensión y la diabetes, así como entre una puntuación cardíaca de envejecimiento extremo y la fibrilación auricular y el infarto de miocardio.
"Si somos capaces de reproducir este hallazgo en 50.000 o 100.000 personas", afirma Tony Wyss-Coray, catedrático de Neurología de Stanford y líder del estudio, "el seguimiento de la salud de órganos concretos en personas aparentemente sanas nos permitirá detectar los órganos que envejecen de forma acelerada y tratar a los pacientes antes de que enfermen".
Los investigadores también creen que identificar las proteínas específicas de cada órgano que mejor indiquen un envejecimiento excesivo y, en consecuencia, un mayor riesgo de enfermedad, podría dar lugar a nuevas dianas farmacológicas.
El equipo de investigadores ha fundado la empresa 'Teal Omics Inc' para explorar la comercialización de sus hallazgos y la Universidad de Stanford ya ha solicitado una patente.
Este estudio abre la puerta a nuevas formas de prevenir y tratar las enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
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