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Agua contaminada en las escuelas



Esta semana se publicaron en un portal de noticias por Internet datos muy reveladores sobre la calidad del agua que llega a las escuelas de nuestro país.


Según lo publicado por el portal SinEmbargo, el agua entubada que llega a las escuelas de 28 estados contiene coliformes fecales, además de contaminantes como arsénico, fluoruros, manganeso, nitritos o plomo, los cuales pueden causar enfermedades gastrointestinales, diarreas, cólera, cáncer, enfermedades cardiovasculares, debilitamiento del sistema inmunológico y afectaciones en el desarrollo infantil.


Esta información se adjudica a organizaciones civiles encabezadas por Fermín Reygadas, director general de Cántaro Azul , A. C., que obtuvieron mediante solicitudes de transparencia, 27 mil análisis de laboratorio realizados entre 2015 y 2019 para el Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED), en su programa de instalación de bebederos.


Este programa se implementaba en el marco de la lucha contra la obesidad; la intención era facilitar el acceso a agua potable mediante bebederos en las escuelas como una alternativa al consumo de refrescos y bebidas azucaradas.


Las empresas ganadoras de los contratos tenían la obligación de realizar análisis de la calidad del agua que llega a las escuelas para instalar un bebedero que permitiera remover los contaminantes que tuviera, y así poder brindar agua segura a los niños y personal en las escuelas.


No por nada México tiene uno de los mas altos niveles de consumo per cápita de agua embotellada a nivel mundial (480 litros al año). De acuerdo con datos aportados por el INEGI, obtenidos a través de la Encuesta Nacional de Hogares, el 76 por ciento de la población no bebe el agua que llega a sus casas a través de la red de agua potable, un claro indicador de la desconfianza de la población hacia los servicios agua que recibe.


Leo Heller, el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Derecho Humano al Agua, en su informe de la última visita que realizó a nuestro país, menciona que los habitantes de varios lugares que recorrió indicaron que se veían obligados a beber agua embotellada porque desconfiaban de la calidad del agua que recibían, “lo cual impone una considerable carga financiera adicional a personas que a menudo son las que viven en las zonas más pobres y tienen los ingresos más bajos”.


Quizá por eso México también es uno de los principales consumidores de refrescos del mundo. Es, en parte, consecuencia de la desconfianza por la calidad del agua potable. Esto ha contribuido a los niveles preocupantes de obesidad infantil que se tienen en el país.

Una medida positiva fue la creación en 2014 de un Impuesto Especial a Productos y Servicios (IEPS) para los refrescos, con el argumento de que con los ingresos obtenidos se podría apoyar la instalación de fuentes de agua potable en las escuelas públicas. Sin embargo, esos recursos no se han aplicado para ese fin.


Nathalie Seguin, coordinadora general de Freshwater Action Network México (FANMex), expuso que hay recursos recaudados por este impuesto pero no están etiquetados de manera transparente.


“En 2020, el IEPS a bebidas azucaradas dejaría ingresos estimados de 28 mil 660 millones de pesos anuales, de acuerdo con Hacienda. Con eso no sólo se podrían implementar los bebederos de agua en las escuelas, también se podría tratar el agua adecuadamente. Esa cantidad de dinero es 72 veces el presupuesto de Prevención y Control de sobrepeso, obesidad y diabetes que hoy en día es de 393 millones de pesos”, planteó.


En otros países del mundo es obligatorio publicar los datos de calidad del agua que se abastece a la población. En México, la Fundación Gonzalo Río Arronte, I. A. P. impulsa, desde hace dos años, un Sistema de Información sobre la Calidad del Agua Abastecida en México (SICAAM). Ojalá que las autoridades también respondan responsablemente.

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