Redacción Joel Charles
Radiotelescopio ALMA cumple este lunes 10 años, siendo un símbolo de la colaboración internacional en el mundo de las ciencias y astronomía, con un rol clave en la fotografía del agujero negro Messier 87 en el centro de la vía láctea, hasta avances en estudios del origen de la vida en otros puntos del universo.
Es el más grande del mundo y situado a 5.000 metros de altitud en el Desierto de Atacama; en un altiplano árido de colores marrones, rodeados de cumbres rocosas, decenas de gigantes metálicos blancos rompen el paisaje y mueven sus enormes cabezas circulares hacia distintas direcciones en el cielo: son las 66 antenas del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) que conforman el telescopio más ancho del mundo.
Con apenas una década de funcionamiento, este increíble radiotelescopio ha avanzado en el conocimiento acerca de la creación de nuevos planetas, así como el origen de la vida en otros puntos del universo, así como también ha descubierto los agujeros negros supermasivos.
“Las antenas las podemos ubicar en distintas posiciones, de forma que podamos ampliar el telescopio o hacerlo más compacto según las necesidades científicas. Si las alejamos las unas de las otras, obtenemos más detalle, pero menos amplitud en la imagen, y viceversa, como con un zoom de una cámara”, explicó a EFE, el coordinador de comunicaciones del observatorio, Nicolás Lira.
ALMA fue creado gracias al trabajo en conjunto de varios países, tales como Estados Unidos, Japón y Chile, por decir algunos, pero también grandes observatorios fueron parte de este trabajo, que hacen posible llegar a descubrimientos astronómicos inimaginables.
“A menudo, ALMA trabaja con otros observatorios a lo largo y ancho del planeta, conectando sus señales para crear un enorme telescopio del tamaño de la Tierra”, detalló a EFE la jefa del departamento de Ciencia de ALMA, Elizabeth Humphreys.
Gracias a esa colaboración es que se pudo lograr la primera fotografía nunca antes hecha de un agujero negro, se hizo juntando señales de distintos observatorios, creando algo así como un telescopio gigante de miles de kilómetros de diámetro, con esa misma técnica ALMA combina las señales de sus antes.
Observar un agujero negro desde la Tierra “es equivalente a mirar desde España el hoyito de un bolígrafo convencional situado en Chile”, remarcó a EFE uno de los astrónomos de ALMA, Hugo Messias.
“Sin la colaboración internacional habría sido imposible lograr ese hito”, añadió.
Así como ALMA fue una revolución para la astronomía en una década, la comunidad científica sigue avanzando y evolucionando para descubrir más sobre el grande y basto universo, por ello es que este radiotelescopio se encuentra ya en una renovación de sus sistemas para 2030, donde sustituirá varias de sus partes para lograr trabajos más eficientes y aumentar la nitidez de los datos que este consigue.
“La ciencia no es blanco o negro, sino que avanza granito a granito. Siempre hay algo más allá de lo que sabemos, y la curiosidad humana es prácticamente infinita. Con ALMA no se acaba la curiosidad humana”, expresó Lira.
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